1 Leyenda urbana de japon Sáb Sep 11, 2010 12:30 am
Yukimura
- ¿Por qué van las chicas en grupo al baño?
- Para protegerse de Hanako-san.
Toire no Hanako-san
Una estudiante sale de clase, camina por el solitario pasillo y entra en los servicios de chicas. Aunque están vacíos todos la chica comete el error de abrir la cuarta puerta de los servicios. A partir de ese momento ya no está sola, los fantasmales ojos de Hanako-san (más correctamente, “Toire no Hanako-san”) se clavan en ella.
Hanako-san es el fantasma de una adolescente presente en todas las escuelas de Japón, habita en el servicio de las chicas, en el reservado número cuatro. No se le responsabiliza más que de dar buenos sustos a las estudiantes en los momentos menos apropiados. Los hombres que quieran ser asustados por Hanako-san sin arriesgarse a una denuncia por voyeurismo pueden probar con la película.
Kuchisake onna:
Noche oscura, carretera solitaria, conductor confiado, autoestopista hermosa. Pero no, no es la autoestopista fantasma de la versión occidental. Aunque el cuerpo de la pasajera se intuye bello y sus ojos anticipan un rostro fascinante la parte inferior de su cara está oculta con un velo blanco. La mujer se sienta en el asiento de atrás y el conductor reanuda el viaje.
“¿Soy hermosa?” -le pregunta la pasajera al conductor.
“Sí, lo es”, afirma el hombre, y para confirmar sus primeras impresiones le dirige una mirada a través del espejo retrovisor. Pero la mujer se ha quitado el velo que cubría su boca y ésta aparece abierta con unos profundos cortes que le llegan hasta la orejas en una gran sonrisa macabra al fondo de la cual culebrea su lengua. El conductor ni siquiera escucha sus gritos de horror, a partir de este momento lo único que escuchará es la pregunta repetirse una y otra vez en su cerebro: “¿Soy hermosa?… ¿soy hermosa?… ¿soy hermosa?…”
En otras versiones Kuchisake onna, la mujer de la cara cortada, caza y desfigura niños con su gran velocidad sorprendiéndolos cuando menos se lo esperan. A veces se puede escapar de ella lanzándole un fruta lo que da al perseguido el tiempo suficiente para huir.
Kokkuri-san:
Kokkuri-san, dime, ¿cuándo me voy a morir?: Kokkuri-san, es la ouija japonesa, para aterrorizarnos se necesitarán los siguientes elementos: dos estudiantes japonesas (por si solas no debían causarnos terror), el alfabeto hiragana (esto si que da miedo) escrito en un tablero o en una hoja grande y un bolígrafo que debe ser sostenido por las susodichas mientras hacen preguntas tenebrosas al Kokkuri-san.
Las historias que podemos encontrar guardan muchas similitudes con las protagonizadas en occidente por la ouija, por supuesto el juego (al igual que el equivalente occidental) ha dado lugar a películas
El último cliente:
Un taxista regresa de llevar a un pasajero por una solitaria carretera de montaña, para su sorpresa encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. El hombre se acomoda en el asiento de atrás del taxi y da una dirección, aunque el lugar es desconocido para el taxista el pasajero se compromete a guiarlo para llegar a su destino.
Atraviesan pequeños pueblos, pasan por caminos olvidados y poco a poco el taxista comienza a inquietarse. Tras un buen rato de conducción se gira hacia atrás y pregunta al pasajero dónde se encuentran. Al hacerlo se sorprende por última vez al ver que el pasajero ha desaparecido, sin embargo se solventan sus dudas sobre donde está: al borde del precipicio a punto de dejar que sea la gravedad quien marque velocidad y recorrido.
- Para protegerse de Hanako-san.
Toire no Hanako-san
Una estudiante sale de clase, camina por el solitario pasillo y entra en los servicios de chicas. Aunque están vacíos todos la chica comete el error de abrir la cuarta puerta de los servicios. A partir de ese momento ya no está sola, los fantasmales ojos de Hanako-san (más correctamente, “Toire no Hanako-san”) se clavan en ella.
Hanako-san es el fantasma de una adolescente presente en todas las escuelas de Japón, habita en el servicio de las chicas, en el reservado número cuatro. No se le responsabiliza más que de dar buenos sustos a las estudiantes en los momentos menos apropiados. Los hombres que quieran ser asustados por Hanako-san sin arriesgarse a una denuncia por voyeurismo pueden probar con la película.
Kuchisake onna:
Noche oscura, carretera solitaria, conductor confiado, autoestopista hermosa. Pero no, no es la autoestopista fantasma de la versión occidental. Aunque el cuerpo de la pasajera se intuye bello y sus ojos anticipan un rostro fascinante la parte inferior de su cara está oculta con un velo blanco. La mujer se sienta en el asiento de atrás y el conductor reanuda el viaje.
“¿Soy hermosa?” -le pregunta la pasajera al conductor.
“Sí, lo es”, afirma el hombre, y para confirmar sus primeras impresiones le dirige una mirada a través del espejo retrovisor. Pero la mujer se ha quitado el velo que cubría su boca y ésta aparece abierta con unos profundos cortes que le llegan hasta la orejas en una gran sonrisa macabra al fondo de la cual culebrea su lengua. El conductor ni siquiera escucha sus gritos de horror, a partir de este momento lo único que escuchará es la pregunta repetirse una y otra vez en su cerebro: “¿Soy hermosa?… ¿soy hermosa?… ¿soy hermosa?…”
En otras versiones Kuchisake onna, la mujer de la cara cortada, caza y desfigura niños con su gran velocidad sorprendiéndolos cuando menos se lo esperan. A veces se puede escapar de ella lanzándole un fruta lo que da al perseguido el tiempo suficiente para huir.
Kokkuri-san:
Kokkuri-san, dime, ¿cuándo me voy a morir?: Kokkuri-san, es la ouija japonesa, para aterrorizarnos se necesitarán los siguientes elementos: dos estudiantes japonesas (por si solas no debían causarnos terror), el alfabeto hiragana (esto si que da miedo) escrito en un tablero o en una hoja grande y un bolígrafo que debe ser sostenido por las susodichas mientras hacen preguntas tenebrosas al Kokkuri-san.
Las historias que podemos encontrar guardan muchas similitudes con las protagonizadas en occidente por la ouija, por supuesto el juego (al igual que el equivalente occidental) ha dado lugar a películas
El último cliente:
Un taxista regresa de llevar a un pasajero por una solitaria carretera de montaña, para su sorpresa encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. El hombre se acomoda en el asiento de atrás del taxi y da una dirección, aunque el lugar es desconocido para el taxista el pasajero se compromete a guiarlo para llegar a su destino.
Atraviesan pequeños pueblos, pasan por caminos olvidados y poco a poco el taxista comienza a inquietarse. Tras un buen rato de conducción se gira hacia atrás y pregunta al pasajero dónde se encuentran. Al hacerlo se sorprende por última vez al ver que el pasajero ha desaparecido, sin embargo se solventan sus dudas sobre donde está: al borde del precipicio a punto de dejar que sea la gravedad quien marque velocidad y recorrido.