1 Los períodos Azuka y Nara Vie Sep 17, 2010 1:01 am
Yukimura
El príncipe Shötoku y la cultura Azuka
En el final del período Kofun, a finales del siglo VI y principios del VII, y mientras el príncipe Shötoku se mantuvo activo, el corazón del acontecer político y cultura Yamato se trasladó a la región de Asuka. Es por ello que se suele llamar a esta época periodo Asuka, así como cultura Azuka a los estilos arquitectónicos y escultóricos budistas promovidos por Shötoku y su corte. Si nos atenemos a Ias narraciones de los Nihon shoki correspondientes al reinado de Ia emperatriz Suiko. El principe Shötoku no fue solamente un emprendedor promotor del budismo. En el ámbito político, utilizó el modelo imperial chino a fin de sentar las bases de un estado más solido y elevar a los gobernanres Yamato por encima del grueso de los restantes clanes políticos. Inspirados pues en las prácticas chinas, los nuevos rangos cortesanos -como por ejemplo las 12 categorias capitales introducidas en el 603- eran un intento de facilitar la reorganización del poder político en torno a la corte mediante un debilitamiento del poder hereditario de los viejos caciques y la consiguiente promoción de los jefes de clanes menores de más talento.
También se le atribuye la redacción de una "constitución" o manual para los ministros co 17 artículos. En este documento se reconoce la existencia de una burocracia oficial y se hace especial hincapie en los principios legales y confucianistas (o sea, chinos) de la lealtad, armonía, dedicación y capacidad de gobierno como ideales a instaurar en la vida política de Japón. El aríiculo inicial subraya la importancia de la armonía al tiempo que censura la lucha de facciones encarnada en la sociedad de clanes Yamato: -Se valorará la armonia y honrará todo esfuerzo por evitar la oposición gratuita". El artículo 3 incorpora la obediencia al trono: "Cumplid escrupulosamente las Ordenes imperiales. El señor es el Cielo. El vasallo es la Tierra. El Cielo se extiende. La Tierra ha de ser su soporte." En otros artículos se urge a los funcionarios a ser imparciales, diligentes, dignos de confianza y justos con el pueblo al que habrán de gobernar. Este documento ha llegado hasta nosotros como un conjunto de preceptos morales dirigidos a inculcar el ideal de la armonía social y reforzar la necesidad de una ética del servicio burocrático al trono, elevando al gobernante por encima de las rivalidades de los clanes.
A Shotöku se le ha reverenciado particularmente por su capacidad para elevar la condición del gobierno imperial. De acuerdo con una mención hecha en la crónica china de la dinastia Sui, Shötoku provoco la ira del emperador chino al enviarle saludos "de parte del Hijo del Cielo en la tierra donde se pone el sol". No podemos asegurar que Shotöku intentara equipar a Japón con China; es posible que no conociera los códigos de la cortesia diplomática en su trato con su gran vecino continental. Sin embargo, se considera su menage como la primera afirmación clara de identidad nacional y paridad cultural de Japón frente a China. Se trata, asi mismo de un paso fundamental en la dignificación del mandarario japonés, que es elevado de la caregoria de "Gran Jefe" (Ökimi) a la de "Soberano Celestial" (tenshi o tennö o, de acuerdo con la prononciación honorífica japonesa, sumera-mikoto).
Shötoku, además dejó, abierto el camino para una futura oleada de reformas de inspiración china. Al estimar que Japón no podria mantener su posición en Corea, optó por la vía diplomática, enviando varias embajadas oficiales a la corte Sui. Los eruditos y sacerdotes enviados regresaron años mas tarde para participar en una nueva serie de reformas. Estos contactos a gran escala con el continente incrementaron la receptividad japonesa para con las influenÇias chinas entre Ias que se encuentran el budismo, el calendario chino, códigos administrativos y aspectos dcl gobierno de un Estado centralizado.
Pero Shötoku no carecía de ataduras politicas, dados los compromisos contraidos con poderosos uji como los Suga. Es probable que muchas de las reformas introducidas por Shötoku no se hayan implementado hasta despues de su muerte; por ejemplo, los rangos funcionariales y la "constitución" parecen haber quedado más en aspiraciónes que en realidades. Asi y todo, Shötoku predicó con su ejemplo de budba iluminado y hombre de estado confucianista, Ieal propulsor de la soberania imperial de la religión, las artes y modelo para futuros funcionarios estadistas japoneses. Pocos siglos después se le canonizaba como encarnación del Buda, convirtiéndose en objeto de culto popular.
Las reformas Taika
Una enfermedad acabó en el año 622 con la vida del príncipe Shötoku. Tras su muerte, el impulso de la centralización y el reformismo político y cultura comenzaron a menguar. Al no haber sucesor oficial, la familia Soga, capitaneada por Emishi y su hijo Iruka, consolidó su poder en torno;al trono. Huérfanos de un claro liderazgo centralizador los clanes rivales reemprendieron las hostilidadess y la corte se vio sumida nuevamente en un baile de intrigas y de sangre. En el 643, Iruka mandó
asesinar al principe Yamashiro, hijo de Shötoku y oponente de la familia Soga en la lucha por el trono. Este y otros actos agresivos de los Soga soliviantaron a los cortesanos hostiles a la familia y deseosos de segir adelante con el proceso de centralización y reforma. En el año 645 un principe imperial, Naka no Öe, y el jefe de uno de los clanes más poderosos, Nakatomi no Kamatari, encabezaron un golpe en el que se asesinó en primer lugar a Iruka durante un banquete en honor de un enviado coreano, para después ejecutar a Emishi. A fin de señalar este hecho como el primer paso hacia el restablecimiento de las reformas. Fue nombrado un nuevo emperador, Kotoku. Más tarde, el principe Naka se convertiría en el emperador Tenji. Kamatari fue rebautizado Fujiwara, convirtiéndose en el ancestro de una de las familias más influyentes en la historia de Japón, una familia que habría de apoyar, emparentarse y dominar a la dinastia imperial durante siglos. Pronto se trasladó la capital a Naniwa. En el 646 ya aparecian edictos señalando las directrices de la reforma. Se denominó a esta época Taika, o "Gran cambio", Ios objetivos declarados por los lideres del golpe consistían en recuperar el poder para los gobernantes (tenno), anular las nocivas influencias del dominio de la corte por parte de los clanes y crear un sistema de gobierno eficaz y centralizado de acuerdo con las ideas de Shötoku, empleando los códigos administrativos chinos y el modelo de los gobiernos imperiales Sui y Tang a fin de lograr una administración justa y eficiente. Los edictos de la reforma Taika presagiaban profundos cambios políticos y sociales. Se abolían los latifundios privados; toda la tierra debia ponerse en manos del emperador y, siguiendo el modelo chino del "sistema igualitario de tierras", los campos de arroz habían de revertir al Estado, tras cada generación, para su redistribución. Se abolia Ia condición de be y su papel de servidores de los uji. Un nuevo sistema impositivo comenzó a funcionar para poder financiar la nueva capital, la burocracia central, nuevos caminos, estafetas postales y barracas militares. Se exigian impuestos en especies o mano de obra, o bien participacion en el ejército a quienes trabajaban la tierra, y ello obligó a la realización regular de censos de población. Se obtuvo la aceptación de los caciques de los uji locales por medio de la concesión de titulos y puestos en la administración iocal de los nuevos distritos provinciales, a la vez que se les garantizaba paz y estabilidad al estar hajo la égida del gobiemo central. En un ejemplo personal de lealtad a la reforma, el príncipe Naka donó sus tierras al Estado.
Es muy factible que esta renovada voluntad centralizadora y de consolidación del Estado se haya visto favorecida en cierto modo por la desastrosa derrota naval sufrida en el 633 a manos de chinos y coreanos de Silla en la batalla de Hakusukinoe (Paek-kang), Corea, en la que Japón habría perdido 170 naves y 27.000 hombres. Esta derrota obligó a una total retirada japonesa de la península coreana. Japón incluso llegó a esperar una invasión Tang y levantó defensas en el norte de Kyushu, incluida la ciudad de Dazaifu. Era éste un centro administrativo y militar de gran importancia en cuanto al control gubernamental de las provincias occidentales y al comercio y relaciones diplomáticas con China y Corea. Desvanecido el temor a la invasión, los japoneses
iniciaron el envío de una serie de misiones a la China Tang con el fìn de consolidar relaciones y absorver conocimientos culturales e institucionales. El "Gran Cambio" era demasiado ambicioso y abarcador como para poder implementarse de inmediato. Por ejemplo, el primer censo no fue tomado hasta el año 670. Sin embargo, los edictos reformistas habían señalado el camino y la transformación del país según lineamientos chinos continuó firmemente adelante durante los siglos VII y VIII mediante una serie de compilaciones basadas en códigos administrativos y penales (ritsu y ryö) chinos. De ellos, el más amplio fue el código ritsuryö Taihö, promulgado en el 702. La importancia de estos códigos administrativos chinos en la remodelación de Japón de estos siglos se refleja plenamente en el término "sistema ritsuryö" empleado por los historiadores modernos para describir la política y la sociedad japonesas durante los períodos Nara y Heian.
Politica y cultura durante el periodo Nara
Hasta las últimas décadas del siglo VII, los gobernantes japoneses no habían sentido la necesidad de contar con una capital permanente. La capital era sencillamente el palacio del gobernador. Al morir éste, por lo general se la abandonaba, tal ver a causa de la corrupción asociada
a la muerte, y se levantaba una nueva. Por otra parte, los cambios de gobernante y palacio reflejaban las vueltas y revueltas de los clanes rivales en la corte. Con la construcción del régimen imperial y la adopción de una administración de tipo chino, la burocracia central experimentó un rápido crecimiento y surgió la necesidad de contar con capitales menos extravagantes y más espaciosas, con un gran palacio rodeado de edificios gubernamentales. La primera de ellas, Fujiwara-kyö (kyö quiere decir "capital"), construida según el modelo cuadriculado de Chang'an. sirvió a tres emperadores los años 694 y 710, cuando fue finalmente abandonada.
En el 708, la empcratriz Gemmyö decidió trasladar su capital de la ciudad de Fujiwara a un nuevo lugar, conocido como Hejö-kyö (al oeste de la ciudad actual de Nara). Heijö era mucho mayor que Fujiwara, con unos 4,5 km de este a oeste por 4 km de norte a sur. Ocupada en el año 710, Heijö había sido Ievantada como una versión menor de Chang'an, con el palacio imperial al norte y las dependencias administrativas, las residenciaa de la nueva nobleza, los templos y los mercados al sur. Se le suponen en su momento de mayor auge, a mediados del sig]o VIII, unos 200.000 habitantes. Y mantuvo su rango de capital hasta el 784, añó en el que también fur abandonada. A este estable lapso de años se lo denomina período Nara. El siglo VIII fue testigo de la propagación y consolidación del sistema ritsuryö basado en el código Taihö y sus enmiendas. Tanto administrativa como organizativamente Japon se acercó cada vez más al modelo propuesto por la China Tang. Se dividió al pais en provincias, distritos y poblados. La reestructuracón de Ios campos de arroz según el sistema de cuadriculas, más fáciles de subdividir y redistribuir, hizo que el paisaje de muchas provincias cambiara. Ahora, los antiguos agricultores trabajaban las tierras publicas como comuneros que soportaban el peso de la politica impositiva del Estado. Cada poblado estaba organizado en unidades corresponsables del componamiento de las demás. Los impuestos eran cobrados en forma de especies -arroz, tejidos y otros productos locales- o de mano de obra. Además, el Estado obligaba a someterse a una especie de servicio militar a la población masculina. A pesar de que el peligro de una invasión extranjera habia cedido, la expansion a lo largo de estos siglos de la autoridad gubernativa central haria el sur de Kyushu y el norte del país incrementó la demanda de soldados consagrados.
Los viejos clanes aristocráticos conservaron la tierra en sus localidades aunque como meros funcionarios de distrito del gobierno central, del que dependia su autoridad y al que derivaban los impuestos. Se envió a las provincias a los nobles de la corte como gobernadores con el fin de supervisar las administraciones locales, los censos y el impuesro anual. Los miembros de la reciente nobleza cortesana que ocupaba los departamentos de la burocracia central eran escogidos de entre los clanes más influyentes de la región de Yamato; a estos funcionarios se les concendian amplios derechos gananciales sobre el tesoro del Estado y la propiedad pública. Muy pronto, esta aristocracia ortesana se hizo hereditaria. Japón, a diferencia de China, no se regía por un sistcma de exámenes para seleccionar a sus cuadros burocráticos. Antes que los méritos o el rendimiento profesional pesaban a la hora de nombramientos o promociones las relaciones familiares y las recomendaciones. Se establecieron en la capital, bajo protección y patronazgo del Estado, numerosos templos budistas que, al igual que el funcionariado, también gozaban de exeniones impositivas y grandes concesiones de terreno público.
En la cima dc esta burocracia de estilo chino se encontraba el funcionario imperial (tennö). Estrechamente emparentado con el modelo imperial chino aunquc sin perder sus singulares características japonesas. Los conceptos. chinos hahian sido incorporados con el ohjeto de fortalecer el trono y no de circunscribirlo. Como "hijo del cielo" y soberano celestial (tennö), el emperador japonés ejercía, al igual que su equivalente chino, un mandato divino. Sin embargo, y a diferencia de este último, su mandato era inviolable e irrevocable. No se aceptaba la noción china del mandato transferible. Todos los pretrendientes al poder en Japón reconocian quc si el mandato habia sido encomendado a perpetuidad a la casa imperial no era en virtud de la destreza militar o de la sagazidad politica del tennö sino de su divina ascendencia de la Diosa del Sol.
Podemos considerar a los emperadores Tenji y Temmu en el siglo VII y Shömu y Kammu en el VIII como activos gobernantes, capaces de tomar decisiones, propias y de ponerlas en práctica. Pero el podcr y el liderazgo no eran condiciones importantes del mandatario imperial también los emperadores débiles, los infantes y las emperatrices podían llevar a cabo, siempre que se hubiese aceptado su linaje sagrado, los ritos sacerdotales en los que se acentuaba el poder imperial japonés.
A pesar de que el imperio había sabido incorporar las nociones chinas de gobierno secular y las nociones budistas de un gobierno cósmico benefico para el Estado debido a la protección y observancia de los Tres Tesoros, en el fondo muchas sanciones imperiales se derivaban aún del culto vernáculo de los kami. Y es que en el corarzón mismo de la nueva burocracia de estilo chino habia logrado hacerse sitio un Departamento de Rituales, responsable de las ceremonias celebradas en honor de los kami. A lo largo de la historia, una parte importante de la función de los emperadores japoneses consistió en practicar rituales, incluidos los clásicos ritos de la siembra de primavera y la cosecha de otoño.
Si bien el esfuerzo realizado por los japoneses durante Ios siglos VII y VIII para implantar las reformas de inspiración china fue notable, en la práctica muchos sectores permanecieron intactos al ser considerados sacrosantos o bien regresaron rápidamente a formas y hábitos pretéritos. Es cierto que se había establecido un sistema de lotes de terreno que funcionó durante algunas decadas, pero esto no habia bastado para reducir la riqueza o el estarus de las familias aristocráticas y las institucionrs religiosas. Es más: en realidad tendia a enriquecerlas y anmentar su poder. Del mismo modo que la dinastia imperial no podía perder su derecho al trono, el origen aristocrático se beneficiaba de la preferencia japonesa por el principio de la heredad. Tanto a nivel central como local, el sistema de gobiemo nunca llegó a basarse del todo en la burocratización o en la promoción por mérito sino que continuó siendo monopolizado por quienes contaban con buenas relaciones o eran de origen noble.
A pesar del lujo en que vivía la nobleza capitalina y de que las peores luchas intestinas habían podido ser controladas, la vida en Japón del período Nara no siempre era pacífica. Las conscripciones y los elevados impuestos ahogaban al campesinado y muchos se vieron forzados a huir. Como señala Wayne Farris en un artículo , las frecuentes plagas -incluida la viruela- diezmaron períodicamente a la población durante los siglos VIII y IX. En la capital, la nueva noblera se afanaba en intrigas tendientes a obtener una mayor influencia dentro del gobierno y sobre el trono. Los Fujiwara ya comenzaban a deshacerse de varios contendientes por el trono pero para finales del período Nara aún no habían logrado nada que se pareciera a una total hegemonía. Los prelados de los templos Nara, que también se mostraban activos en los asuntos de la corte, pronto ejercieron lo que muchos nobles consideraban una peligrosa influencia sobre los soberanos más impresionables. El asunto Dökyò reveló con absoluta contundencia la amenaza real de un dominio clerical de la corte. Dökyö, un monje budista de la escuela Hosso, Hahia intentádo ascender politicamente ganándose el favor de la emperatriz Shötoku. Esta lo habia alojado en palacio y le habia concedido carteras ministeriales asi como el titulo de höö, o Rey de la Ley Budista, reservado a los emperadores abdicantes retirados al sacerdocio. Al descubrirse que también ambicionaba el trono, Dökyö cayó en desgracia y murió en el exilio. Su destitución fue una victoria política de los sectores aristocráticos, en especial de la familia Fujiwara. Así las cosas, las luchas entre aristócratas y clérigos terminaron por convencer a Kammu y a sus asesores más cercanos de que habia Ilegado el momento de pensar seriamente en trasladar la capital.
Las artes literarias
El auge sinofilo permitió asimimo que los japoneses se familiarizaran con los escritos legales e históricos, la poesía y los textos budistas y confucianistas originarios del vecino pais. Durante el periodo Nara, una floreciente cultura literaria se abrió paso de la mano de aquellos japoneses que hanian aprendido a dominar el sistema de escritura chino. Si bien el chino y el japonés hablados son polos ,puestos en términos lingüisticos, los japoneses descuhrieron que podian tanto expresar el significado de su pensamiento en caracteres chinos como utilizar estos mismos caracteres, deslindados de su
significado original, en un complejo silabario capaz de expresar los numerosos sonidos de su lengua vernácula. De los dos primeros textos japoneses, las Nihon shoki, de tono pretendidamente histórico estaban escritas en chino. Sin embargo, los mitos recopilados en las Kojiki fueron escritos en un estilo compoesto que a veces empleaba los caracteres chinos por su significado y otras lo hacia por su sonido.
Esta diferenciación resulta asimismo bastante evidente en las primeras colecciones poéticas. El Kaifüsö, una antología de mediados del siglo VIII, estaba escrita en caracteres chinos. La anlologia Manyoshü (Colección de las Diez Mil Hojas) usaba los signos chinos para representar los sonidos del idioma japonés, permitiendo a los poetas una expresión más espontánea y directa. Se suele considerar al Manyoshü como la primera expresión vigorosa de la sensibilidad poética de los japonescs además de ser la mayor antología en lengua vernácula. A pesar de incluir varios poemas largos (chöka), se estableció aquí el vrrso breve de 91 sílabas, en lineas de 5-7-5-7-7 silabas (tanka), como forma predominante de la poesía japonesa. Entre los poetas que fueron incluidos en la antología se encontraba gente de muy distinta condición, como emperadores y emperatrices, nobles, soldados, sacerdotes o jovenes. Los poemas hablan de amor y añoranza, de desolación y jubilo, del indisoluble vinculo con la tierra de Yamato y de la veneración por los espíritus locales (kami). El más vigoroso de los poetas representados es Kakinomoto Hitomaro; este sencillo tanka expresa su pena ante la inminencia de su muerte en Ia provincia de Iwami:
Sin haberme recostado
Entre los peñascos del monte Kamo,
Mi mujer sin duda aún espera
mi regreso.
A éste siguen dos poemas de su mujer, que muestra su abatimiento ante la noticia de la muerte del marido:
¡Hoy, hoy!
Día tras día te he esperado
pero, ¿no dicen ahora
que te has disuelto entre las conchas
del rio Ishi?
Ya no volveremos a encontrarnos en la carne
Elevaos, o nubes, y extendeos
Sobre el río Ishi
Pues quizás al miraros
Vuelva a mi su recuerdo.
El budismo en el período Nara
Durante el periodo Nara el budismo se afianzó aun más en la capital y las provincias debido en parte a que muchos monasterios y conventos se encontraban bajo el amparo de la familia imperial y de la nobleza central local. Originariamente levantado por el príncipe Shötokü y luego destruido por un incendio, el Höryüji fue reconstruido en el 670. Numerosos monasterios entre los que se encontraban Yakushiji, Daianji y Gankiöji, se reconstruyeron a gran escala en Heijö, a los que se sumaron otros grandes templos para constituir los "siete grandes monasterios de Nara". El Köfukuji, por ejemplo, convertido en el templo familiar de los Fujiwara controlaba el santuario Fujiwara de Kasuga. En el año 745, sumido el pais en una triste secuela de desastres naturales, el ernperador Shamu puso en marcha la construcción de un inmenso Buda universal y de un edificio monumental donde albergarlo, que recibiria el nombrde Tödaiji, o Gran Templo del Este. Posteriormente el Tödaiji se convirtió en el corazón de una red de monasterios y conventos provinciales que ofrecian plegarias en favor de la nación. Denominados kokubunji, se los construía en cada provincia gracias a las contribuciones de la nobleza local. Al caer enfermo Shömu en el 747 su hija ordenó la construcción de una contraparte occidental del Tödaiji, el Saidaji, o Gran Templo del Oeste.
Aunque eran cada vez más numerosos los japoneses que consagraban su vida a la religi0n, muchos de los grandes monasterios capitalinos todavia eran regentados por monjes venidos de China o de Corea. Entre los monjes chinos que trajeron las nuevas enseñanzas budistas se encontraba Ganjin (Jianzhen), un monje especialista en los preceptos de la vida monástica (vinaya). Llegado a Japón en el año 753, tras seis intentos frustrados y la perdida de la visión. Ganjin fundó el elegante monasterio Toshodaiji, ejemplo cabal de la poderosa influencia del budismo de la dinastia Tang en Japón Nara que ofrece además una dara impresión del estilo arquitectónico Tang, estilo que debe haber sido el más difundido en los edificios públicos de Nara. En el Töshödaji se venera el retrato esculpido de Ganjin, una de las expresiones más finas de este género japonés.
A medida que llegaron nuevos sütras de las islas, el budismo japonés iba cobrando mayor profundidad filosófica. De especial predicamento en el período Nara gozaban el Kegon-kyö, o Sütra de la Guirnalda Florida (en sáncrito, Avatamsaka Sütra) y el Sütra de la Luz Dorada. Se consideraba a la Guirnalda Florida la expresión de la enseñanza del Buda en su esencia más pura. Colocaba al Buda Vairocana, fuente de luz, en el centro del cosmos budista e inssistía en la doctrina de Ia naturaleza del Buda, que lo penetra todo, tanto en el terreno espiritual como físico, de una impregnadora armonía fundamental causalmente interdependiente. El Sutra de la Luz Dorada hablaba de la omnipresencia del Buda, del infinito alcance de su compasión y de la accesibilidad de la condición de Buda para todos los seres vivos a través de la luz interna de la sabiduría esencial o trascendental (prajnä). El sutra finaliza con la formidable parábola del Buda compasivo que se ofrece como alimento a un león hambriento En numerosos pasajes, el sútra trata de la relación polírica que existe entre budismo y Estado, haciendo especial hincapié en la armonia de la ley budista y la ley imperial y prometiendo la proteccion del budismo a aquellos gobernantes que promuevan las enseñanzas del Buda y apoyen cl desarrollo de la orden (samgha). También expone una teoría de la monarquía que está basada en el mérito kármico obtenido por intermedio de la realización de buenas acciones y el fomento del budismo en existencias anteriorcs. Esta noción budista de autoridad "divina" fue utilizada por algunos gobernantes japoneses entre ellos, Shömu con el fin de subrayar y fortalecer la noción de un mandato proveniente de la Diosa del Sol y, por tanto, divino e irrevocable.
En todos los monasterios Nara la representación de doctrinas o escuelas era bastante nutrida. Las seis grandes escuelas del budismo Nara -Hossö, Jojitsu, Kegon, Kusha, Sanron y Ritsu- eran originarias de India o China y su introducción en el archipielago japonés de los siglos VII y VIII se había debido a monjes japoneses de regreso en el país o a maestros chinos. No hemos de considerarlas como sectas religiosas claramente definidas y sí, en todo caso, como corrientes de pensamiento filosófico centradas en tal o cual sütra. Por otra parte, estas escuelas no eran necesariamente exclusivas y varias escuelas diferentes podian encontrarse representadas en un mismo monasterio, cuyos monjes seguían a uno u otro texto o maestro. A pesar del papel vital de estas enseñanzas como bases doctrinarias del incipiente hudismo monástico japonés, de extrema complejidad solamente las hacia comprensibles para los doctos religiosos dr los mayores centros monásticos. La escuela Sanron (de los "Tres Tratados"), por ejemplo, enseñaba la filosofia Mahayana Mädhyamika del sendcro medio de la óctuple negación dialéctica que conducia al reconocimiento de la verdad como nada o vacío. La escuela Hossö (del "carácter Dharma" o Yogäcära) enseñaba, por la doctrina vijnäpitimätra, que más allá del pensamiento toda existencia es ilusoria y que sólo puede alcanzarse la iluminación a través de la mente. La escuela Kegon se basaba en el Sutra Avatamsaka (Guirnalda Florida), que enseñaba la sublime doctrina del universo como un todo interdependiente. La escuela Ritsu (o Vinaya), introducida por Ganjin en el 759, era la más concreta de las seis, ya que ponía el acento en la detallada observancia de los preceptos de la vida monástica y el uso correcto de los rituales de la ordenación clerical. Sin embargo, a pesar de la importancia fundamental que estas escuelas tenían en la preparación de los monjes japonescs para las complejidades de la tradición textual y el pensamiento filosófico budistas asi como en la transmisión de los cánones del comportamiento y la actuación clericales, su efecto sobre la vida cotidiana de los Iaicoslai era bastante escaso
Para la élite de los patronos y el pueblo Ilano las atracciones máximas del budismo se remitian a la grandiosidad de su arte y su arquitectura, a sus elaborados rituales, a sus promesas de alejar a los fantasmas y malos espiritus, a sus servicios funerarios y conmemorativos y a sus fórmulas mágicas para obtener beneficios temporales (gense riyaku) en este mundo, que durante siglos continuaron siendo una de los aspectos más Ilamativos del budismo japonés. Entre la gente de élite, muchos fundaban su apoyo al budismo en sus poderes rituales y curarivos. A cambio de buenas acciones. Los laicos esperaban ser retribuidos con la curación de sus enfermedades, la transferencia de sus méritos a algún difunto o la "protección de la nación". Los sütras se empleaban menos como guias para la iluminación personal que como invocaciones a la Iluvia, a la recuperacion de la salud del emperador, al nacimiento de un heredero varón o al alivio de enfermedades y epidemias. El Sütra de Ia Iuz Dorada, por ejemplo, dedica un capitulo a los poderes curativos del Buda; asi, el Buda de la curación, Yakushi, eje de un difundido culto popular, contaba con una espléndida imagen de bronce como icono principal del gran monasterio Yakushi de Heijö.
La construcción de Tödaiji
Tal vez el ejemplo más elocuente de esta clase de patrocinio imperial del budismo a cambio de protección nacional sea la fundición del gran Buda de Todajji por orden del emperador Shömu. Con sus 16m de altura, la enorme estatua de bronce representaba a Vairocana, Buda cósmico del sol y adecuado contrapeso de la eminencia imperial en el mundo Irrenal. Se dice que Shömu agotó las reservas nacionales de bronce y metales preciosos para poder construir la estatua y la amplia sala que la albergaria. En un edicto el emperador urgio a la población a contribuir aunque más no fuese con "una ramita o un puñado de polvo". Se enviaron recaudadores a las provincias con el fin de aprovechar las energias espirituales del pureblo. Millares de monjes llegaron de todos los rincones de Japón y de Asia para unirse a los cortesanos, embajadores extranjeros y funcionarios militares en la ceremonia inaugural del año 752. Con su consorte a su lado, Shömu sostuvo unas cuerdas atadas al gigantesco pincel con el que el monje Indio Bodhisena (704-706), de pie sobre un andamio, pintó los iris de la estatua, imbuyendola de vida. Bailarinas y músicos cortesanos ejecutaron las danza de máscaras chinas y centro-asiáticas conocidas como gagaku. Durante las ceremonias, Shömu se declaró a si mismo "sirviente de Ios tres tesoros", lo que Ilevó al país más lejos que nunca en el reconocimiento de una sanción budista de la autoridad imperial. Tanto el Gran Buda como Ia Sala del Buda de Tödaji fueron arrasados y reconstruidos repetidas veces. Poco queda ya de los originales peo el monasterio sigue siendo un vasto muestrario de arte y objetos rituales budistas con sus al menos 140 tesoros nacionales y varios centenares de importantes propiedades culturales. Algunos dc los numerosos ritos estacionales celebrados en él se han venido celebrando duränte siglos: el más conocido es tal vez el ritual de la extracción de agua de año nuevo (omizutori), que se Ileva a cabo en el Nigatsu-do al comienzo del año según el antiguo calendario lunar. El festejo, en el que agua fresca de un pozo es ofrecida a la imagen de un Kannon de 11 caberaz, se celebra en el gélido aire de la una y media de la madrugada a la luz de ardientes ramas de ciprés combinando elementos budistas y shintoistas, representa la culminación de una rigurosa purificación ritual de un mes de duración efectuada por los monjes para su salvación espiritual y para beneficio de la nación, de la familia imperial y de todo ser viviente.
Acorde con el papel central de Vairocana en el universo budista, Tödaiji se convirtió en el principal templo del país así como en eje central de la red provincial de monasterios y conventos (kokubunji). En el 741, Shömu decretó que en toda provincia debia haber un monasterio y convento budista con una pagoda de siete plantas. Además, cada provincia debía poseer diez copias del Sutra del Loto (Hoke-kyö) y del Sütra de los Victoriosos Reyes de Oro radiante (Konkömoyö-saishö-ö-kyö) . Los monjes y monjas debían cantar continuamente estos y otros sütras en pro del emperador y del bienestar nacional. Se designó a Tödaiji como cabeza de este sistema, además de ser el monasterio en el que se preparaba a los monjes de los kokubunji. En cuanto a los conventos, este papel correspondió al de Hokkeji. Tal como lo atestigua la ceremonia dedicatoria al finalizar la construcción del Gran Buda, el Japón del siglo VIII participaba de la cultura cosmopolita de Asia, constituyendo el extremo oriental de la ruta de la seda. Objetos preciosos entre los que había instrumentos musicales. vasos de crisral, utensilios rituales de oro, telas, espejos, biombos y piezas de madreperla Ilegaron de toda Asia a la corte de Shömu. A su muene, su viuda los dispuso en un repositorio construido especialmente, el Shösöin. Hecho con troncos de ciprés austeramente cortados en un sencillo estilo pre-budista, el Shösöin estaba diseñado para mantenerse hermético durante los humedos meses estivales y permitir en cambio una adecuada ventilación durante la temporada seca. Su interior albergaba una colección de tesoros de la ruta de la seda de incalculable valor.
El gobierno Nara no propugnó activamente la difusión del budismo entre la gente común. Si bien es cierto que se enviaron a las provincias copias del Suträ de la Luz Dorada, es probable que sólo se dirigiesen a los hogares de las poderosas familias locales. Shömu asimismo había proclamado que en cada hogar debia haber un altar budista, designio que, nuevamente, tan solo la élite provincial habría estado en condiciones de satisfacer. Existia una cierta aprensión en torno a los predicadores populares, ya que se pensaba que podrian contribuir a la inestabilidad politica atrayendo a las masas por medio de conjuros. No siempre con écito. El gobierno intentó restringir Ias ordenaciones provadas ; regular estrechamente las vidas de monjes y monjas. Uno de estos santones itinerantes fue el sacerdote Gyöki (668-749). Gyöki, pieza fundamental en la recolección de fondos para el Tödaiji, había asendido hasta convertirse en prelado superior (daisojö) pero dedicó gran parte de su vida a realizar obras de caridad entre la gente, como la construcción de sistemas de riego, estanqucs y sencillos puestos snitarios. Fue venerado por su esfuerzo como un boddhisattva viviente. Si el pueblo Ilano comenzaba a aproximarse a las enseñanzas del budismo era gracias al contacto con mendicantes como Gyöki, a la sensación de participar, por poco que fuera, en un proyecto monumental como la consntrucción de Tödaiji o bien debido a la difusión paulatina de nociones tan simples de retribución kármica como el que las buenas acciones muy pronto redundan en beneficios y que las malas las acciones tienen consecuencias poco afortunadas. Esas nociones populares del karma fueron refejadas en el Nihon ryöki, una selecrion de fábulas preventivas budistas compiladas a principios del siglo IX por el monje Kyökai. En esta obra volvemos a topar con la tendencia japonesa a transcribir las nociones indias de un ilimitado tiempo kálpico a un sistema de recompensas y castigos inmediatos.
En el año 784, bajo el mandato del emperador Kammu, la corte nuevamente dispuso el traslado de la capital, esta vez hacia el norte, de Heijö a Nagakoa, y luego, al ser esta última sede poco auspiciosa, a un lugar conocido por Heian. Es muy probable que existan razones relacionadas con los tabúes de la degradación para forzar el traslado. También se ha sugerido, no obstante, que pudo tratarse de un intento por parte del emperador y los nobles cortcsanos a desbancar a los clérigos budistas, cuya influencia en la corte habia crecido amenazadoramente. Esta influencia había alcanzado dimensiones de crisis en el asunto de la emperatriz Shötoku y su amante, el sacerdote Dökyö. Dökyö fue defenestrado, pero el temor a la peligrosa influencia clerical no cejó. En efecto, el traslado de la corte a una nueva capital redujo considerablemente la influencia de los grandes templos Nara, a los que se prohibió asentarse o abrir ramas en la nueva metrópoli. Por otra parte, el asunto Dökyö dificultó el acceso al trono a las emperatrices; en los siglos venideros, tan sólo dos Ilegarían a reinar por derecho propio.
El gran Buda Vairocacana, a duras penas contenido por el inmenso Salón del Buda Tödaiji,, es el más famoso de los muchos budas gigantes de Japón. En dos ocasiones (1180 y 1567) sufrió considerables dañor pero fue reparado. Las únicas partes originales de la estatua actual son algunos fragmentos del trono de pétalos de loto. Aun así, la impresionante estatua estatua sigue transmitiendo el sentimiento de devoción que propiciaría la construcción y reconstrucción de Tödaiji.
En el final del período Kofun, a finales del siglo VI y principios del VII, y mientras el príncipe Shötoku se mantuvo activo, el corazón del acontecer político y cultura Yamato se trasladó a la región de Asuka. Es por ello que se suele llamar a esta época periodo Asuka, así como cultura Azuka a los estilos arquitectónicos y escultóricos budistas promovidos por Shötoku y su corte. Si nos atenemos a Ias narraciones de los Nihon shoki correspondientes al reinado de Ia emperatriz Suiko. El principe Shötoku no fue solamente un emprendedor promotor del budismo. En el ámbito político, utilizó el modelo imperial chino a fin de sentar las bases de un estado más solido y elevar a los gobernanres Yamato por encima del grueso de los restantes clanes políticos. Inspirados pues en las prácticas chinas, los nuevos rangos cortesanos -como por ejemplo las 12 categorias capitales introducidas en el 603- eran un intento de facilitar la reorganización del poder político en torno a la corte mediante un debilitamiento del poder hereditario de los viejos caciques y la consiguiente promoción de los jefes de clanes menores de más talento.
También se le atribuye la redacción de una "constitución" o manual para los ministros co 17 artículos. En este documento se reconoce la existencia de una burocracia oficial y se hace especial hincapie en los principios legales y confucianistas (o sea, chinos) de la lealtad, armonía, dedicación y capacidad de gobierno como ideales a instaurar en la vida política de Japón. El aríiculo inicial subraya la importancia de la armonía al tiempo que censura la lucha de facciones encarnada en la sociedad de clanes Yamato: -Se valorará la armonia y honrará todo esfuerzo por evitar la oposición gratuita". El artículo 3 incorpora la obediencia al trono: "Cumplid escrupulosamente las Ordenes imperiales. El señor es el Cielo. El vasallo es la Tierra. El Cielo se extiende. La Tierra ha de ser su soporte." En otros artículos se urge a los funcionarios a ser imparciales, diligentes, dignos de confianza y justos con el pueblo al que habrán de gobernar. Este documento ha llegado hasta nosotros como un conjunto de preceptos morales dirigidos a inculcar el ideal de la armonía social y reforzar la necesidad de una ética del servicio burocrático al trono, elevando al gobernante por encima de las rivalidades de los clanes.
A Shotöku se le ha reverenciado particularmente por su capacidad para elevar la condición del gobierno imperial. De acuerdo con una mención hecha en la crónica china de la dinastia Sui, Shötoku provoco la ira del emperador chino al enviarle saludos "de parte del Hijo del Cielo en la tierra donde se pone el sol". No podemos asegurar que Shotöku intentara equipar a Japón con China; es posible que no conociera los códigos de la cortesia diplomática en su trato con su gran vecino continental. Sin embargo, se considera su menage como la primera afirmación clara de identidad nacional y paridad cultural de Japón frente a China. Se trata, asi mismo de un paso fundamental en la dignificación del mandarario japonés, que es elevado de la caregoria de "Gran Jefe" (Ökimi) a la de "Soberano Celestial" (tenshi o tennö o, de acuerdo con la prononciación honorífica japonesa, sumera-mikoto).
Shötoku, además dejó, abierto el camino para una futura oleada de reformas de inspiración china. Al estimar que Japón no podria mantener su posición en Corea, optó por la vía diplomática, enviando varias embajadas oficiales a la corte Sui. Los eruditos y sacerdotes enviados regresaron años mas tarde para participar en una nueva serie de reformas. Estos contactos a gran escala con el continente incrementaron la receptividad japonesa para con las influenÇias chinas entre Ias que se encuentran el budismo, el calendario chino, códigos administrativos y aspectos dcl gobierno de un Estado centralizado.
Pero Shötoku no carecía de ataduras politicas, dados los compromisos contraidos con poderosos uji como los Suga. Es probable que muchas de las reformas introducidas por Shötoku no se hayan implementado hasta despues de su muerte; por ejemplo, los rangos funcionariales y la "constitución" parecen haber quedado más en aspiraciónes que en realidades. Asi y todo, Shötoku predicó con su ejemplo de budba iluminado y hombre de estado confucianista, Ieal propulsor de la soberania imperial de la religión, las artes y modelo para futuros funcionarios estadistas japoneses. Pocos siglos después se le canonizaba como encarnación del Buda, convirtiéndose en objeto de culto popular.
Las reformas Taika
Una enfermedad acabó en el año 622 con la vida del príncipe Shötoku. Tras su muerte, el impulso de la centralización y el reformismo político y cultura comenzaron a menguar. Al no haber sucesor oficial, la familia Soga, capitaneada por Emishi y su hijo Iruka, consolidó su poder en torno;al trono. Huérfanos de un claro liderazgo centralizador los clanes rivales reemprendieron las hostilidadess y la corte se vio sumida nuevamente en un baile de intrigas y de sangre. En el 643, Iruka mandó
asesinar al principe Yamashiro, hijo de Shötoku y oponente de la familia Soga en la lucha por el trono. Este y otros actos agresivos de los Soga soliviantaron a los cortesanos hostiles a la familia y deseosos de segir adelante con el proceso de centralización y reforma. En el año 645 un principe imperial, Naka no Öe, y el jefe de uno de los clanes más poderosos, Nakatomi no Kamatari, encabezaron un golpe en el que se asesinó en primer lugar a Iruka durante un banquete en honor de un enviado coreano, para después ejecutar a Emishi. A fin de señalar este hecho como el primer paso hacia el restablecimiento de las reformas. Fue nombrado un nuevo emperador, Kotoku. Más tarde, el principe Naka se convertiría en el emperador Tenji. Kamatari fue rebautizado Fujiwara, convirtiéndose en el ancestro de una de las familias más influyentes en la historia de Japón, una familia que habría de apoyar, emparentarse y dominar a la dinastia imperial durante siglos. Pronto se trasladó la capital a Naniwa. En el 646 ya aparecian edictos señalando las directrices de la reforma. Se denominó a esta época Taika, o "Gran cambio", Ios objetivos declarados por los lideres del golpe consistían en recuperar el poder para los gobernantes (tenno), anular las nocivas influencias del dominio de la corte por parte de los clanes y crear un sistema de gobierno eficaz y centralizado de acuerdo con las ideas de Shötoku, empleando los códigos administrativos chinos y el modelo de los gobiernos imperiales Sui y Tang a fin de lograr una administración justa y eficiente. Los edictos de la reforma Taika presagiaban profundos cambios políticos y sociales. Se abolían los latifundios privados; toda la tierra debia ponerse en manos del emperador y, siguiendo el modelo chino del "sistema igualitario de tierras", los campos de arroz habían de revertir al Estado, tras cada generación, para su redistribución. Se abolia Ia condición de be y su papel de servidores de los uji. Un nuevo sistema impositivo comenzó a funcionar para poder financiar la nueva capital, la burocracia central, nuevos caminos, estafetas postales y barracas militares. Se exigian impuestos en especies o mano de obra, o bien participacion en el ejército a quienes trabajaban la tierra, y ello obligó a la realización regular de censos de población. Se obtuvo la aceptación de los caciques de los uji locales por medio de la concesión de titulos y puestos en la administración iocal de los nuevos distritos provinciales, a la vez que se les garantizaba paz y estabilidad al estar hajo la égida del gobiemo central. En un ejemplo personal de lealtad a la reforma, el príncipe Naka donó sus tierras al Estado.
Es muy factible que esta renovada voluntad centralizadora y de consolidación del Estado se haya visto favorecida en cierto modo por la desastrosa derrota naval sufrida en el 633 a manos de chinos y coreanos de Silla en la batalla de Hakusukinoe (Paek-kang), Corea, en la que Japón habría perdido 170 naves y 27.000 hombres. Esta derrota obligó a una total retirada japonesa de la península coreana. Japón incluso llegó a esperar una invasión Tang y levantó defensas en el norte de Kyushu, incluida la ciudad de Dazaifu. Era éste un centro administrativo y militar de gran importancia en cuanto al control gubernamental de las provincias occidentales y al comercio y relaciones diplomáticas con China y Corea. Desvanecido el temor a la invasión, los japoneses
iniciaron el envío de una serie de misiones a la China Tang con el fìn de consolidar relaciones y absorver conocimientos culturales e institucionales. El "Gran Cambio" era demasiado ambicioso y abarcador como para poder implementarse de inmediato. Por ejemplo, el primer censo no fue tomado hasta el año 670. Sin embargo, los edictos reformistas habían señalado el camino y la transformación del país según lineamientos chinos continuó firmemente adelante durante los siglos VII y VIII mediante una serie de compilaciones basadas en códigos administrativos y penales (ritsu y ryö) chinos. De ellos, el más amplio fue el código ritsuryö Taihö, promulgado en el 702. La importancia de estos códigos administrativos chinos en la remodelación de Japón de estos siglos se refleja plenamente en el término "sistema ritsuryö" empleado por los historiadores modernos para describir la política y la sociedad japonesas durante los períodos Nara y Heian.
Politica y cultura durante el periodo Nara
Hasta las últimas décadas del siglo VII, los gobernantes japoneses no habían sentido la necesidad de contar con una capital permanente. La capital era sencillamente el palacio del gobernador. Al morir éste, por lo general se la abandonaba, tal ver a causa de la corrupción asociada
a la muerte, y se levantaba una nueva. Por otra parte, los cambios de gobernante y palacio reflejaban las vueltas y revueltas de los clanes rivales en la corte. Con la construcción del régimen imperial y la adopción de una administración de tipo chino, la burocracia central experimentó un rápido crecimiento y surgió la necesidad de contar con capitales menos extravagantes y más espaciosas, con un gran palacio rodeado de edificios gubernamentales. La primera de ellas, Fujiwara-kyö (kyö quiere decir "capital"), construida según el modelo cuadriculado de Chang'an. sirvió a tres emperadores los años 694 y 710, cuando fue finalmente abandonada.
En el 708, la empcratriz Gemmyö decidió trasladar su capital de la ciudad de Fujiwara a un nuevo lugar, conocido como Hejö-kyö (al oeste de la ciudad actual de Nara). Heijö era mucho mayor que Fujiwara, con unos 4,5 km de este a oeste por 4 km de norte a sur. Ocupada en el año 710, Heijö había sido Ievantada como una versión menor de Chang'an, con el palacio imperial al norte y las dependencias administrativas, las residenciaa de la nueva nobleza, los templos y los mercados al sur. Se le suponen en su momento de mayor auge, a mediados del sig]o VIII, unos 200.000 habitantes. Y mantuvo su rango de capital hasta el 784, añó en el que también fur abandonada. A este estable lapso de años se lo denomina período Nara. El siglo VIII fue testigo de la propagación y consolidación del sistema ritsuryö basado en el código Taihö y sus enmiendas. Tanto administrativa como organizativamente Japon se acercó cada vez más al modelo propuesto por la China Tang. Se dividió al pais en provincias, distritos y poblados. La reestructuracón de Ios campos de arroz según el sistema de cuadriculas, más fáciles de subdividir y redistribuir, hizo que el paisaje de muchas provincias cambiara. Ahora, los antiguos agricultores trabajaban las tierras publicas como comuneros que soportaban el peso de la politica impositiva del Estado. Cada poblado estaba organizado en unidades corresponsables del componamiento de las demás. Los impuestos eran cobrados en forma de especies -arroz, tejidos y otros productos locales- o de mano de obra. Además, el Estado obligaba a someterse a una especie de servicio militar a la población masculina. A pesar de que el peligro de una invasión extranjera habia cedido, la expansion a lo largo de estos siglos de la autoridad gubernativa central haria el sur de Kyushu y el norte del país incrementó la demanda de soldados consagrados.
Los viejos clanes aristocráticos conservaron la tierra en sus localidades aunque como meros funcionarios de distrito del gobierno central, del que dependia su autoridad y al que derivaban los impuestos. Se envió a las provincias a los nobles de la corte como gobernadores con el fin de supervisar las administraciones locales, los censos y el impuesro anual. Los miembros de la reciente nobleza cortesana que ocupaba los departamentos de la burocracia central eran escogidos de entre los clanes más influyentes de la región de Yamato; a estos funcionarios se les concendian amplios derechos gananciales sobre el tesoro del Estado y la propiedad pública. Muy pronto, esta aristocracia ortesana se hizo hereditaria. Japón, a diferencia de China, no se regía por un sistcma de exámenes para seleccionar a sus cuadros burocráticos. Antes que los méritos o el rendimiento profesional pesaban a la hora de nombramientos o promociones las relaciones familiares y las recomendaciones. Se establecieron en la capital, bajo protección y patronazgo del Estado, numerosos templos budistas que, al igual que el funcionariado, también gozaban de exeniones impositivas y grandes concesiones de terreno público.
En la cima dc esta burocracia de estilo chino se encontraba el funcionario imperial (tennö). Estrechamente emparentado con el modelo imperial chino aunquc sin perder sus singulares características japonesas. Los conceptos. chinos hahian sido incorporados con el ohjeto de fortalecer el trono y no de circunscribirlo. Como "hijo del cielo" y soberano celestial (tennö), el emperador japonés ejercía, al igual que su equivalente chino, un mandato divino. Sin embargo, y a diferencia de este último, su mandato era inviolable e irrevocable. No se aceptaba la noción china del mandato transferible. Todos los pretrendientes al poder en Japón reconocian quc si el mandato habia sido encomendado a perpetuidad a la casa imperial no era en virtud de la destreza militar o de la sagazidad politica del tennö sino de su divina ascendencia de la Diosa del Sol.
Podemos considerar a los emperadores Tenji y Temmu en el siglo VII y Shömu y Kammu en el VIII como activos gobernantes, capaces de tomar decisiones, propias y de ponerlas en práctica. Pero el podcr y el liderazgo no eran condiciones importantes del mandatario imperial también los emperadores débiles, los infantes y las emperatrices podían llevar a cabo, siempre que se hubiese aceptado su linaje sagrado, los ritos sacerdotales en los que se acentuaba el poder imperial japonés.
A pesar de que el imperio había sabido incorporar las nociones chinas de gobierno secular y las nociones budistas de un gobierno cósmico benefico para el Estado debido a la protección y observancia de los Tres Tesoros, en el fondo muchas sanciones imperiales se derivaban aún del culto vernáculo de los kami. Y es que en el corarzón mismo de la nueva burocracia de estilo chino habia logrado hacerse sitio un Departamento de Rituales, responsable de las ceremonias celebradas en honor de los kami. A lo largo de la historia, una parte importante de la función de los emperadores japoneses consistió en practicar rituales, incluidos los clásicos ritos de la siembra de primavera y la cosecha de otoño.
Si bien el esfuerzo realizado por los japoneses durante Ios siglos VII y VIII para implantar las reformas de inspiración china fue notable, en la práctica muchos sectores permanecieron intactos al ser considerados sacrosantos o bien regresaron rápidamente a formas y hábitos pretéritos. Es cierto que se había establecido un sistema de lotes de terreno que funcionó durante algunas decadas, pero esto no habia bastado para reducir la riqueza o el estarus de las familias aristocráticas y las institucionrs religiosas. Es más: en realidad tendia a enriquecerlas y anmentar su poder. Del mismo modo que la dinastia imperial no podía perder su derecho al trono, el origen aristocrático se beneficiaba de la preferencia japonesa por el principio de la heredad. Tanto a nivel central como local, el sistema de gobiemo nunca llegó a basarse del todo en la burocratización o en la promoción por mérito sino que continuó siendo monopolizado por quienes contaban con buenas relaciones o eran de origen noble.
A pesar del lujo en que vivía la nobleza capitalina y de que las peores luchas intestinas habían podido ser controladas, la vida en Japón del período Nara no siempre era pacífica. Las conscripciones y los elevados impuestos ahogaban al campesinado y muchos se vieron forzados a huir. Como señala Wayne Farris en un artículo , las frecuentes plagas -incluida la viruela- diezmaron períodicamente a la población durante los siglos VIII y IX. En la capital, la nueva noblera se afanaba en intrigas tendientes a obtener una mayor influencia dentro del gobierno y sobre el trono. Los Fujiwara ya comenzaban a deshacerse de varios contendientes por el trono pero para finales del período Nara aún no habían logrado nada que se pareciera a una total hegemonía. Los prelados de los templos Nara, que también se mostraban activos en los asuntos de la corte, pronto ejercieron lo que muchos nobles consideraban una peligrosa influencia sobre los soberanos más impresionables. El asunto Dökyò reveló con absoluta contundencia la amenaza real de un dominio clerical de la corte. Dökyö, un monje budista de la escuela Hosso, Hahia intentádo ascender politicamente ganándose el favor de la emperatriz Shötoku. Esta lo habia alojado en palacio y le habia concedido carteras ministeriales asi como el titulo de höö, o Rey de la Ley Budista, reservado a los emperadores abdicantes retirados al sacerdocio. Al descubrirse que también ambicionaba el trono, Dökyö cayó en desgracia y murió en el exilio. Su destitución fue una victoria política de los sectores aristocráticos, en especial de la familia Fujiwara. Así las cosas, las luchas entre aristócratas y clérigos terminaron por convencer a Kammu y a sus asesores más cercanos de que habia Ilegado el momento de pensar seriamente en trasladar la capital.
Las artes literarias
El auge sinofilo permitió asimimo que los japoneses se familiarizaran con los escritos legales e históricos, la poesía y los textos budistas y confucianistas originarios del vecino pais. Durante el periodo Nara, una floreciente cultura literaria se abrió paso de la mano de aquellos japoneses que hanian aprendido a dominar el sistema de escritura chino. Si bien el chino y el japonés hablados son polos ,puestos en términos lingüisticos, los japoneses descuhrieron que podian tanto expresar el significado de su pensamiento en caracteres chinos como utilizar estos mismos caracteres, deslindados de su
significado original, en un complejo silabario capaz de expresar los numerosos sonidos de su lengua vernácula. De los dos primeros textos japoneses, las Nihon shoki, de tono pretendidamente histórico estaban escritas en chino. Sin embargo, los mitos recopilados en las Kojiki fueron escritos en un estilo compoesto que a veces empleaba los caracteres chinos por su significado y otras lo hacia por su sonido.
Esta diferenciación resulta asimismo bastante evidente en las primeras colecciones poéticas. El Kaifüsö, una antología de mediados del siglo VIII, estaba escrita en caracteres chinos. La anlologia Manyoshü (Colección de las Diez Mil Hojas) usaba los signos chinos para representar los sonidos del idioma japonés, permitiendo a los poetas una expresión más espontánea y directa. Se suele considerar al Manyoshü como la primera expresión vigorosa de la sensibilidad poética de los japonescs además de ser la mayor antología en lengua vernácula. A pesar de incluir varios poemas largos (chöka), se estableció aquí el vrrso breve de 91 sílabas, en lineas de 5-7-5-7-7 silabas (tanka), como forma predominante de la poesía japonesa. Entre los poetas que fueron incluidos en la antología se encontraba gente de muy distinta condición, como emperadores y emperatrices, nobles, soldados, sacerdotes o jovenes. Los poemas hablan de amor y añoranza, de desolación y jubilo, del indisoluble vinculo con la tierra de Yamato y de la veneración por los espíritus locales (kami). El más vigoroso de los poetas representados es Kakinomoto Hitomaro; este sencillo tanka expresa su pena ante la inminencia de su muerte en Ia provincia de Iwami:
Sin haberme recostado
Entre los peñascos del monte Kamo,
Mi mujer sin duda aún espera
mi regreso.
A éste siguen dos poemas de su mujer, que muestra su abatimiento ante la noticia de la muerte del marido:
¡Hoy, hoy!
Día tras día te he esperado
pero, ¿no dicen ahora
que te has disuelto entre las conchas
del rio Ishi?
Ya no volveremos a encontrarnos en la carne
Elevaos, o nubes, y extendeos
Sobre el río Ishi
Pues quizás al miraros
Vuelva a mi su recuerdo.
El budismo en el período Nara
Durante el periodo Nara el budismo se afianzó aun más en la capital y las provincias debido en parte a que muchos monasterios y conventos se encontraban bajo el amparo de la familia imperial y de la nobleza central local. Originariamente levantado por el príncipe Shötokü y luego destruido por un incendio, el Höryüji fue reconstruido en el 670. Numerosos monasterios entre los que se encontraban Yakushiji, Daianji y Gankiöji, se reconstruyeron a gran escala en Heijö, a los que se sumaron otros grandes templos para constituir los "siete grandes monasterios de Nara". El Köfukuji, por ejemplo, convertido en el templo familiar de los Fujiwara controlaba el santuario Fujiwara de Kasuga. En el año 745, sumido el pais en una triste secuela de desastres naturales, el ernperador Shamu puso en marcha la construcción de un inmenso Buda universal y de un edificio monumental donde albergarlo, que recibiria el nombrde Tödaiji, o Gran Templo del Este. Posteriormente el Tödaiji se convirtió en el corazón de una red de monasterios y conventos provinciales que ofrecian plegarias en favor de la nación. Denominados kokubunji, se los construía en cada provincia gracias a las contribuciones de la nobleza local. Al caer enfermo Shömu en el 747 su hija ordenó la construcción de una contraparte occidental del Tödaiji, el Saidaji, o Gran Templo del Oeste.
Aunque eran cada vez más numerosos los japoneses que consagraban su vida a la religi0n, muchos de los grandes monasterios capitalinos todavia eran regentados por monjes venidos de China o de Corea. Entre los monjes chinos que trajeron las nuevas enseñanzas budistas se encontraba Ganjin (Jianzhen), un monje especialista en los preceptos de la vida monástica (vinaya). Llegado a Japón en el año 753, tras seis intentos frustrados y la perdida de la visión. Ganjin fundó el elegante monasterio Toshodaiji, ejemplo cabal de la poderosa influencia del budismo de la dinastia Tang en Japón Nara que ofrece además una dara impresión del estilo arquitectónico Tang, estilo que debe haber sido el más difundido en los edificios públicos de Nara. En el Töshödaji se venera el retrato esculpido de Ganjin, una de las expresiones más finas de este género japonés.
A medida que llegaron nuevos sütras de las islas, el budismo japonés iba cobrando mayor profundidad filosófica. De especial predicamento en el período Nara gozaban el Kegon-kyö, o Sütra de la Guirnalda Florida (en sáncrito, Avatamsaka Sütra) y el Sütra de la Luz Dorada. Se consideraba a la Guirnalda Florida la expresión de la enseñanza del Buda en su esencia más pura. Colocaba al Buda Vairocana, fuente de luz, en el centro del cosmos budista e inssistía en la doctrina de Ia naturaleza del Buda, que lo penetra todo, tanto en el terreno espiritual como físico, de una impregnadora armonía fundamental causalmente interdependiente. El Sutra de la Luz Dorada hablaba de la omnipresencia del Buda, del infinito alcance de su compasión y de la accesibilidad de la condición de Buda para todos los seres vivos a través de la luz interna de la sabiduría esencial o trascendental (prajnä). El sutra finaliza con la formidable parábola del Buda compasivo que se ofrece como alimento a un león hambriento En numerosos pasajes, el sútra trata de la relación polírica que existe entre budismo y Estado, haciendo especial hincapié en la armonia de la ley budista y la ley imperial y prometiendo la proteccion del budismo a aquellos gobernantes que promuevan las enseñanzas del Buda y apoyen cl desarrollo de la orden (samgha). También expone una teoría de la monarquía que está basada en el mérito kármico obtenido por intermedio de la realización de buenas acciones y el fomento del budismo en existencias anteriorcs. Esta noción budista de autoridad "divina" fue utilizada por algunos gobernantes japoneses entre ellos, Shömu con el fin de subrayar y fortalecer la noción de un mandato proveniente de la Diosa del Sol y, por tanto, divino e irrevocable.
En todos los monasterios Nara la representación de doctrinas o escuelas era bastante nutrida. Las seis grandes escuelas del budismo Nara -Hossö, Jojitsu, Kegon, Kusha, Sanron y Ritsu- eran originarias de India o China y su introducción en el archipielago japonés de los siglos VII y VIII se había debido a monjes japoneses de regreso en el país o a maestros chinos. No hemos de considerarlas como sectas religiosas claramente definidas y sí, en todo caso, como corrientes de pensamiento filosófico centradas en tal o cual sütra. Por otra parte, estas escuelas no eran necesariamente exclusivas y varias escuelas diferentes podian encontrarse representadas en un mismo monasterio, cuyos monjes seguían a uno u otro texto o maestro. A pesar del papel vital de estas enseñanzas como bases doctrinarias del incipiente hudismo monástico japonés, de extrema complejidad solamente las hacia comprensibles para los doctos religiosos dr los mayores centros monásticos. La escuela Sanron (de los "Tres Tratados"), por ejemplo, enseñaba la filosofia Mahayana Mädhyamika del sendcro medio de la óctuple negación dialéctica que conducia al reconocimiento de la verdad como nada o vacío. La escuela Hossö (del "carácter Dharma" o Yogäcära) enseñaba, por la doctrina vijnäpitimätra, que más allá del pensamiento toda existencia es ilusoria y que sólo puede alcanzarse la iluminación a través de la mente. La escuela Kegon se basaba en el Sutra Avatamsaka (Guirnalda Florida), que enseñaba la sublime doctrina del universo como un todo interdependiente. La escuela Ritsu (o Vinaya), introducida por Ganjin en el 759, era la más concreta de las seis, ya que ponía el acento en la detallada observancia de los preceptos de la vida monástica y el uso correcto de los rituales de la ordenación clerical. Sin embargo, a pesar de la importancia fundamental que estas escuelas tenían en la preparación de los monjes japonescs para las complejidades de la tradición textual y el pensamiento filosófico budistas asi como en la transmisión de los cánones del comportamiento y la actuación clericales, su efecto sobre la vida cotidiana de los Iaicoslai era bastante escaso
Para la élite de los patronos y el pueblo Ilano las atracciones máximas del budismo se remitian a la grandiosidad de su arte y su arquitectura, a sus elaborados rituales, a sus promesas de alejar a los fantasmas y malos espiritus, a sus servicios funerarios y conmemorativos y a sus fórmulas mágicas para obtener beneficios temporales (gense riyaku) en este mundo, que durante siglos continuaron siendo una de los aspectos más Ilamativos del budismo japonés. Entre la gente de élite, muchos fundaban su apoyo al budismo en sus poderes rituales y curarivos. A cambio de buenas acciones. Los laicos esperaban ser retribuidos con la curación de sus enfermedades, la transferencia de sus méritos a algún difunto o la "protección de la nación". Los sütras se empleaban menos como guias para la iluminación personal que como invocaciones a la Iluvia, a la recuperacion de la salud del emperador, al nacimiento de un heredero varón o al alivio de enfermedades y epidemias. El Sütra de Ia Iuz Dorada, por ejemplo, dedica un capitulo a los poderes curativos del Buda; asi, el Buda de la curación, Yakushi, eje de un difundido culto popular, contaba con una espléndida imagen de bronce como icono principal del gran monasterio Yakushi de Heijö.
La construcción de Tödaiji
Tal vez el ejemplo más elocuente de esta clase de patrocinio imperial del budismo a cambio de protección nacional sea la fundición del gran Buda de Todajji por orden del emperador Shömu. Con sus 16m de altura, la enorme estatua de bronce representaba a Vairocana, Buda cósmico del sol y adecuado contrapeso de la eminencia imperial en el mundo Irrenal. Se dice que Shömu agotó las reservas nacionales de bronce y metales preciosos para poder construir la estatua y la amplia sala que la albergaria. En un edicto el emperador urgio a la población a contribuir aunque más no fuese con "una ramita o un puñado de polvo". Se enviaron recaudadores a las provincias con el fin de aprovechar las energias espirituales del pureblo. Millares de monjes llegaron de todos los rincones de Japón y de Asia para unirse a los cortesanos, embajadores extranjeros y funcionarios militares en la ceremonia inaugural del año 752. Con su consorte a su lado, Shömu sostuvo unas cuerdas atadas al gigantesco pincel con el que el monje Indio Bodhisena (704-706), de pie sobre un andamio, pintó los iris de la estatua, imbuyendola de vida. Bailarinas y músicos cortesanos ejecutaron las danza de máscaras chinas y centro-asiáticas conocidas como gagaku. Durante las ceremonias, Shömu se declaró a si mismo "sirviente de Ios tres tesoros", lo que Ilevó al país más lejos que nunca en el reconocimiento de una sanción budista de la autoridad imperial. Tanto el Gran Buda como Ia Sala del Buda de Tödaji fueron arrasados y reconstruidos repetidas veces. Poco queda ya de los originales peo el monasterio sigue siendo un vasto muestrario de arte y objetos rituales budistas con sus al menos 140 tesoros nacionales y varios centenares de importantes propiedades culturales. Algunos dc los numerosos ritos estacionales celebrados en él se han venido celebrando duränte siglos: el más conocido es tal vez el ritual de la extracción de agua de año nuevo (omizutori), que se Ileva a cabo en el Nigatsu-do al comienzo del año según el antiguo calendario lunar. El festejo, en el que agua fresca de un pozo es ofrecida a la imagen de un Kannon de 11 caberaz, se celebra en el gélido aire de la una y media de la madrugada a la luz de ardientes ramas de ciprés combinando elementos budistas y shintoistas, representa la culminación de una rigurosa purificación ritual de un mes de duración efectuada por los monjes para su salvación espiritual y para beneficio de la nación, de la familia imperial y de todo ser viviente.
Acorde con el papel central de Vairocana en el universo budista, Tödaiji se convirtió en el principal templo del país así como en eje central de la red provincial de monasterios y conventos (kokubunji). En el 741, Shömu decretó que en toda provincia debia haber un monasterio y convento budista con una pagoda de siete plantas. Además, cada provincia debía poseer diez copias del Sutra del Loto (Hoke-kyö) y del Sütra de los Victoriosos Reyes de Oro radiante (Konkömoyö-saishö-ö-kyö) . Los monjes y monjas debían cantar continuamente estos y otros sütras en pro del emperador y del bienestar nacional. Se designó a Tödaiji como cabeza de este sistema, además de ser el monasterio en el que se preparaba a los monjes de los kokubunji. En cuanto a los conventos, este papel correspondió al de Hokkeji. Tal como lo atestigua la ceremonia dedicatoria al finalizar la construcción del Gran Buda, el Japón del siglo VIII participaba de la cultura cosmopolita de Asia, constituyendo el extremo oriental de la ruta de la seda. Objetos preciosos entre los que había instrumentos musicales. vasos de crisral, utensilios rituales de oro, telas, espejos, biombos y piezas de madreperla Ilegaron de toda Asia a la corte de Shömu. A su muene, su viuda los dispuso en un repositorio construido especialmente, el Shösöin. Hecho con troncos de ciprés austeramente cortados en un sencillo estilo pre-budista, el Shösöin estaba diseñado para mantenerse hermético durante los humedos meses estivales y permitir en cambio una adecuada ventilación durante la temporada seca. Su interior albergaba una colección de tesoros de la ruta de la seda de incalculable valor.
El gobierno Nara no propugnó activamente la difusión del budismo entre la gente común. Si bien es cierto que se enviaron a las provincias copias del Suträ de la Luz Dorada, es probable que sólo se dirigiesen a los hogares de las poderosas familias locales. Shömu asimismo había proclamado que en cada hogar debia haber un altar budista, designio que, nuevamente, tan solo la élite provincial habría estado en condiciones de satisfacer. Existia una cierta aprensión en torno a los predicadores populares, ya que se pensaba que podrian contribuir a la inestabilidad politica atrayendo a las masas por medio de conjuros. No siempre con écito. El gobierno intentó restringir Ias ordenaciones provadas ; regular estrechamente las vidas de monjes y monjas. Uno de estos santones itinerantes fue el sacerdote Gyöki (668-749). Gyöki, pieza fundamental en la recolección de fondos para el Tödaiji, había asendido hasta convertirse en prelado superior (daisojö) pero dedicó gran parte de su vida a realizar obras de caridad entre la gente, como la construcción de sistemas de riego, estanqucs y sencillos puestos snitarios. Fue venerado por su esfuerzo como un boddhisattva viviente. Si el pueblo Ilano comenzaba a aproximarse a las enseñanzas del budismo era gracias al contacto con mendicantes como Gyöki, a la sensación de participar, por poco que fuera, en un proyecto monumental como la consntrucción de Tödaiji o bien debido a la difusión paulatina de nociones tan simples de retribución kármica como el que las buenas acciones muy pronto redundan en beneficios y que las malas las acciones tienen consecuencias poco afortunadas. Esas nociones populares del karma fueron refejadas en el Nihon ryöki, una selecrion de fábulas preventivas budistas compiladas a principios del siglo IX por el monje Kyökai. En esta obra volvemos a topar con la tendencia japonesa a transcribir las nociones indias de un ilimitado tiempo kálpico a un sistema de recompensas y castigos inmediatos.
En el año 784, bajo el mandato del emperador Kammu, la corte nuevamente dispuso el traslado de la capital, esta vez hacia el norte, de Heijö a Nagakoa, y luego, al ser esta última sede poco auspiciosa, a un lugar conocido por Heian. Es muy probable que existan razones relacionadas con los tabúes de la degradación para forzar el traslado. También se ha sugerido, no obstante, que pudo tratarse de un intento por parte del emperador y los nobles cortcsanos a desbancar a los clérigos budistas, cuya influencia en la corte habia crecido amenazadoramente. Esta influencia había alcanzado dimensiones de crisis en el asunto de la emperatriz Shötoku y su amante, el sacerdote Dökyö. Dökyö fue defenestrado, pero el temor a la peligrosa influencia clerical no cejó. En efecto, el traslado de la corte a una nueva capital redujo considerablemente la influencia de los grandes templos Nara, a los que se prohibió asentarse o abrir ramas en la nueva metrópoli. Por otra parte, el asunto Dökyö dificultó el acceso al trono a las emperatrices; en los siglos venideros, tan sólo dos Ilegarían a reinar por derecho propio.
El gran Buda Vairocacana, a duras penas contenido por el inmenso Salón del Buda Tödaiji,, es el más famoso de los muchos budas gigantes de Japón. En dos ocasiones (1180 y 1567) sufrió considerables dañor pero fue reparado. Las únicas partes originales de la estatua actual son algunos fragmentos del trono de pétalos de loto. Aun así, la impresionante estatua estatua sigue transmitiendo el sentimiento de devoción que propiciaría la construcción y reconstrucción de Tödaiji.