1 Momotarô Dom Ago 29, 2010 9:58 pm
Caos_Valentine
presidente
Hace mucho tiempo, en una aldea lejana, vivían un anciano y una anciana, que nunca habían podido tener hijos y por eso se sentían muy solos y tristes. Un día, mientras el anciano recogía leña en la montaña, la anciana fue al río a lavar la ropa. Al cabo de un rato observó que por el río descendía un extraño objeto que le llamó mucho la atención. Sorprendida, comprobó que era un melocotón gigante!, el más grande que había visto nunca. Lo sacó del agua y lo llevó a su casa, pensando dárselo a su marido para cenar.
Al llegar a casa, la mujer le dijo al anciano:
"Mira que melocotón tan grande y hermoso he traído para tu cena!".
El anciano respondió:
"Córtalo por la mitad, y nos lo comeremos entre los dos".
La mujer fue a la cocina, trajo un gran cuchillo, y se disponía a partir el melocotón en dos mitades, cuando de repente, se oyó una voz humana desde su interior.
"Espera, por favor! No me cortes!"
Ante al asombro de los dos ancianos, el melocotón comenzó abrirse lentamente por sí solo, y de su interior salió un niño.
"No se asusten", les dijo el niño. "El Dios de los cielos vio lo solos que estában, y ha decidido enviarme a mi ante ustedes para ser a partir de ahora su hijo".
El anciano y la anciana, con gran alegría, adoptaron al niño, y como había nacido de un melocotón, decidieron llamarle Momotarô. Naturalmente, se sintieron muy complacidos y felices de poder criar por fin al niño que siempre habían deseado tener, y le educaron para que llegase a ser un buen muchacho, también se fijaron que tenía mucha, pero mucha fuerza.
Pasó el tiempo, y un día, se acercó a sus padres adoptivos y les habló de la siguiente manera:
"Padre, madre, han sido muy amables conmigo y me han cuidado muy bien. Ahora que me he hecho mayor, debo agradecérlo de alguna forma. A lo lejos, en algún lugar del océano, se encuentra la Isla de los Ogros. Allí viven muchos ogros malvados que a menudo vienen a las aldeas de los alrededores para robar a la gente. He decidido ir a esa isla y acabar con los ogros. Por favor, padre, dame tu permiso".
El anciano, con una mezcla de sorpresa y orgullo, dio su permiso a Momotarô. Entre él y la anciana le ayudaron a prepararse con todo lo que necesitaba para el viaje. Le dieron una espada, una armadura y provisiones. Momotarô se puso en camino, no sin antes prometer a sus padres que volvería sano y salvo.
Durante su viaje camino del mar, Momotarô se encontró con un perro de pelaje moteado. Al principio el animal se mostró muy agresivo, empezó a gruñir y a amenazar con lanzarse a morderle, pero nuestro protagonista le ofreció un poco de comida, y le explicó que se dirigía a la Isla de los Ogros. Entonces el perro decidió unirse a él.
Momotarô, acompañado por el perro, siguió su camino, y más adelante se encontraron con un mono. El perro y el mono se enfrentaron y estaban a punto de pelearse, pero Momotarô intervino de nuevo y le explicó al mono el motivo de su viaje. El animal preguntó entonces si podía acompañarles, a lo que el chico dijo que sí y le ofreció un poco de comida. El mono decidió acompañar a Momotarô y al perro en su largo y peligroso viaje. Los tres siguieron andando, y más adelante, vieron un faisán. El perro y el mono se disponían a atacarle, pero cuando el faisán se enteró que se dirigían a acabar con los ogros, preguntó si podía acompañarlos. Momotarô le dió un poco de comida y el faisán se unió al grupo.
Durante el viaje, con Momotarô al mando, el perro moteado, el mono y el faisan, tres animales que normalmente no se llevan bien unos con otros, acabaron por hacerse buenos amigos. Recorrieron un largo camino hasta que finalmente llegaron al mar. Momotarô construyó una barca, con la que cruzaron el mar en dirección a la Isla de los Ogros. Al avistar la isla, observaron que estaba fuertemente protegida por una fortaleza y vigilada por muchos ogros rojos, azules y negros.
El faisán voló sobre la fortaleza y comenzó a atacar a los ogros guardianes, propinándoles fuertes picotazos en la cabeza. Éstos intentaron golpearlo con sus garrotes, pero el faisán era demasiado rápido y lograba esquivar todos los golpes. Mientras los ogros estaban distraídos, el mono se coló en la fortaleza y abrió la puerta desde dentro. Entonces Momotarô y el perro entraron y se unieron a la lucha.
La batalla fue larga y cruenta. El faisán atacaba a los ogros picándoles en la cabeza y los ojos, el mono les arañaba, el perro les mordía y Momotarô les atacaba con su afilada espada. A pesar de que eran muchos más, los ogros acabaron dando por perdida la batalla ante la fuerza y agilidad de sus rivales, y se rindieron arrodillándose a los pies de Momotarô, al que prometieron dejar de ser malvados a partir de entonces. Seguidamente le entregaron el tesoro que tenían guardado.
El tesoro contenía grandes cantidades de oro y plata, una capa y un sombrero de invisibilidad, e incluso un martillo mágico, que hacía aparecer monedas de oro cada vez que era golpeado contra el suelo. Momotarô y sus amigos animales cargaron el tesoro en la barca y regresaron a casa, donde en compañía de los dos ancianos, vivieron felices y en la abundancia.
Fuente:http://katsuhouse.blogspot.com/2007/07/cuentos-tradicionales-japoneses-momotar.html
(estaba en español de españa -w- lo cambia al castellano)
Al llegar a casa, la mujer le dijo al anciano:
"Mira que melocotón tan grande y hermoso he traído para tu cena!".
El anciano respondió:
"Córtalo por la mitad, y nos lo comeremos entre los dos".
La mujer fue a la cocina, trajo un gran cuchillo, y se disponía a partir el melocotón en dos mitades, cuando de repente, se oyó una voz humana desde su interior.
"Espera, por favor! No me cortes!"
Ante al asombro de los dos ancianos, el melocotón comenzó abrirse lentamente por sí solo, y de su interior salió un niño.
"No se asusten", les dijo el niño. "El Dios de los cielos vio lo solos que estában, y ha decidido enviarme a mi ante ustedes para ser a partir de ahora su hijo".
El anciano y la anciana, con gran alegría, adoptaron al niño, y como había nacido de un melocotón, decidieron llamarle Momotarô. Naturalmente, se sintieron muy complacidos y felices de poder criar por fin al niño que siempre habían deseado tener, y le educaron para que llegase a ser un buen muchacho, también se fijaron que tenía mucha, pero mucha fuerza.
Pasó el tiempo, y un día, se acercó a sus padres adoptivos y les habló de la siguiente manera:
"Padre, madre, han sido muy amables conmigo y me han cuidado muy bien. Ahora que me he hecho mayor, debo agradecérlo de alguna forma. A lo lejos, en algún lugar del océano, se encuentra la Isla de los Ogros. Allí viven muchos ogros malvados que a menudo vienen a las aldeas de los alrededores para robar a la gente. He decidido ir a esa isla y acabar con los ogros. Por favor, padre, dame tu permiso".
El anciano, con una mezcla de sorpresa y orgullo, dio su permiso a Momotarô. Entre él y la anciana le ayudaron a prepararse con todo lo que necesitaba para el viaje. Le dieron una espada, una armadura y provisiones. Momotarô se puso en camino, no sin antes prometer a sus padres que volvería sano y salvo.
Durante su viaje camino del mar, Momotarô se encontró con un perro de pelaje moteado. Al principio el animal se mostró muy agresivo, empezó a gruñir y a amenazar con lanzarse a morderle, pero nuestro protagonista le ofreció un poco de comida, y le explicó que se dirigía a la Isla de los Ogros. Entonces el perro decidió unirse a él.
Momotarô, acompañado por el perro, siguió su camino, y más adelante se encontraron con un mono. El perro y el mono se enfrentaron y estaban a punto de pelearse, pero Momotarô intervino de nuevo y le explicó al mono el motivo de su viaje. El animal preguntó entonces si podía acompañarles, a lo que el chico dijo que sí y le ofreció un poco de comida. El mono decidió acompañar a Momotarô y al perro en su largo y peligroso viaje. Los tres siguieron andando, y más adelante, vieron un faisán. El perro y el mono se disponían a atacarle, pero cuando el faisán se enteró que se dirigían a acabar con los ogros, preguntó si podía acompañarlos. Momotarô le dió un poco de comida y el faisán se unió al grupo.
Durante el viaje, con Momotarô al mando, el perro moteado, el mono y el faisan, tres animales que normalmente no se llevan bien unos con otros, acabaron por hacerse buenos amigos. Recorrieron un largo camino hasta que finalmente llegaron al mar. Momotarô construyó una barca, con la que cruzaron el mar en dirección a la Isla de los Ogros. Al avistar la isla, observaron que estaba fuertemente protegida por una fortaleza y vigilada por muchos ogros rojos, azules y negros.
El faisán voló sobre la fortaleza y comenzó a atacar a los ogros guardianes, propinándoles fuertes picotazos en la cabeza. Éstos intentaron golpearlo con sus garrotes, pero el faisán era demasiado rápido y lograba esquivar todos los golpes. Mientras los ogros estaban distraídos, el mono se coló en la fortaleza y abrió la puerta desde dentro. Entonces Momotarô y el perro entraron y se unieron a la lucha.
La batalla fue larga y cruenta. El faisán atacaba a los ogros picándoles en la cabeza y los ojos, el mono les arañaba, el perro les mordía y Momotarô les atacaba con su afilada espada. A pesar de que eran muchos más, los ogros acabaron dando por perdida la batalla ante la fuerza y agilidad de sus rivales, y se rindieron arrodillándose a los pies de Momotarô, al que prometieron dejar de ser malvados a partir de entonces. Seguidamente le entregaron el tesoro que tenían guardado.
El tesoro contenía grandes cantidades de oro y plata, una capa y un sombrero de invisibilidad, e incluso un martillo mágico, que hacía aparecer monedas de oro cada vez que era golpeado contra el suelo. Momotarô y sus amigos animales cargaron el tesoro en la barca y regresaron a casa, donde en compañía de los dos ancianos, vivieron felices y en la abundancia.
Fuente:http://katsuhouse.blogspot.com/2007/07/cuentos-tradicionales-japoneses-momotar.html
(estaba en español de españa -w- lo cambia al castellano)