1 Orígenes de la cultura y la sociedad japonesas Vie Sep 17, 2010 12:54 am
Yukimura
Los estudios arqueológicos en Japón
¿Quiénes fueron los ancestros de los japoneses? ¿Cual fue su origen y cuando comenzaron a poblar el recio arco de islas volcánicas que Ilamamos Japón? Los documentos escritos, tanto japoneses como chinos, no son de gran ayuda. Las crónicas japonesas más remotas, las Kojiki (Memorias de cuestiones antiguas) y las Nihon shoki (Crónicas del Japón) datan de principios del siglo VIII de nuestra era. En sus secciones postreras las Nihon shoki resultan más detalladas, acrecentado su utilidad hisrórica. Sin embargo, las Kojiki y las secciones preliminares de las Nihon Shoki se ocupan de los orígenes mitológicos del país y e la dinastía reinante en una época en que los dioses habitaban la planicie del alto cielo. Japón, bajo el nombre de "tierre del pueblo de WA", aparece en las crónicas chinas ya en el siglo I d.C., estas crónicas, de fascinente lectura, por cierto, se basan en datos recogidos de oídas antes que en la observación de primera mano o en el contacto directo.
En definitifa hemos de basarnos en los hallazgos arqueológicos si queremos reconstruir los orígenes del país. El estudio de la arqueología en Japón ha experimentado un florecimiento a partir de la segunda Guerra Mundial y con él nuestra información acerca de las primeras fases de su sociedad. El impulso científico de esta disciplina data de las últimas decadas del pasado siglo, cuendo el estadounidense E. S. Morse (1838-1925), siendo profesor de la Universidad de Zoología de Tokio, realizó,excavaciones en el montículo de Ömori, cerca de Tokio, y publicó, en 1879, la primera monografía seria sobre el tema, "Los montículos de conchas de Ömori". Para comienzos del nuevo siglo, los arqueólogos japoneses ya habían iniciado excavaciones estratigráficas en numerosos puntos y se encontraron en plena clasificación de la cultura primitiva conocida como Jömon, a la que Yamanouchi Sugao (1902-1970) sitúa en el 3.000 a.C.
El cambio de clima político y la cruzada imperialista y militarista emprendida por el país arecieron empañar el promisorio futuro de las investigaciones de preguerra. Durante la década del 30 y los primerso años de la del 40, el antiguo mito del nexo del emperador y estado japoneses con Jimmu, legendario ancestro y escendiente de la diosa del Sol que habría accedido al trono imperial en el año 660 a.C., logró anular cualquier intento de especulación crítica activa acerca de los orígenes de la sociedad japonesa. Desde luego, no se impedía excavar a los arqueólogos, aunque se les podía llegar encarcelar en caso de difundir teorías que pudieran descalificar de algún modo el mito nacional.
Al terminar la guerra y desaparecer los tabúes intelectuales, tanto arqueologos como historiadores se vieron libres, beneficiándose de las ventajas de la recuperación económica e industrial del país y de su creciente experiencia tecnológica. Desde el fin de la guerra, se han realizado más de 15.000 excavaciones. Con el despegue económico, paralelamente se han cubierto con cemento muchos sitios interesantes. A menudo los investigadores han debido realizar una expedita laor de preservación arqueológica, anticipándose en su búsqueda a las grúas y excavadoras empeñadas en la construcción de fábricas, complejos urbanos, metros, aeropuertos y autopistas. Pero el entusiasmo arqueológico se ha visto asimismo apuntalado por la increíble fascinación que sienten los japoneses de todas la edades por su pasado cultural. Cada librería de Japón parece contar con una sección dedicada a la aquología y a los más mínimos hallazgos, mientras que los descubrimientos importantes, como el de la tumba pintada de Takamatsuzuka -habilitada en 1972-, aparecen en los titulares y en los informativos televisivos.
Las excavaciones arqueológicas han ampliado los límites de la prehistoria japonesa cada vez más hacia atrás. Si hace unas pocas décadas los orígenes de la actividad humana en Japón se situaban en el período Jömon (10.000 al 300 a.C.), hoy en día parece claro que existió una rica cultura paleolítica previa y que las islas del archipielago se encuentran habitadas desde hace 50.000 años.
Se suele dividir la prehistoria de Japón en cuatro grandes fases, cada una de ellas con sus características distintivas y sus puntos comunes de continuidad. Se ha llegado a detectar un desarrollo cultural, si bien no siempre regular, sí acumulativo. Durante muchos miles de años existió un movimiento gradual que, partiendo de la Edad de Piedra, y tras atravesar una fase alfarera, cazadora y recolectora, desembocó primero en una sociedad agrícola que utilizaba el metal y luego en una caracterizada por las grandes construcciones funerarias, indicadores del poder de los caciques locales, capaces de movilizar a miles de braceros en la construcción de inmensos túmulos. Es probable que la transición de una a fase a otra se produjera bajo la influencia de pueblos provenientes del continente, así como de las ocasionales conquistas locales. sin embargo, este proceso no se habría debido tanto a la acción de conquistas foráneas como a la agragación de nuevas técnicas a los esquemas culturales preexistentes. Por otra parte, si bien muchas de estas técnicas tuvieron sin duda un origen continental, su difusión y desarrollo parecen haber continuado dentro del ámbito japonés. Ello dio pie a qe durante largo tiempo coexistieran las herramientas de piedra y los estilos de influencia Jömon con las nuevas técnicas agrícolas y metalúrgicas incorporadas.
La fase más antigua de la prehistoria japonesa fue paleolítica: esta cultura se dedicaba a la caza y la recolección y era diestra en el manejo de armas y herramientas de piedra, aunque desconocia las técnicas alfareras. al rededor del año 10.000 a.C., fue seguida por una fase alfarera mesolítica llamada Jömon, o "marcada con cuerdas", debido a su peculiar cerámica. La cultura jömon comenzó a ceder, aproximadamente en el 300 a.C., bajo el peso de los yayoi, un pueblo que trabajaba los metales, conocía el telar y la agricultura. Más o menos en el tercer siglo de nuestra era, con la aparición de las grandes tumbas centradas en la región de Yamao y el extremos oriental del mar Interor, el paisaje físico y cultural comenzó a cambiar. Esta fase de monumentos funerarios fue testigo de la emergencia de la primera entidad política claramente definida del páis, la dinastía Yamao.
Dada la diferencia que presentan los nombres de las distintas fases, no es aventurado pensar que hubo cortes clturales entre unas y otras, invasiones tal vez, y que cada una de ellas fue llevada a cabo por gentes muy diversas. Algunos historiadores y arqueólogos han sugerido la posibilidad de invasiones durante el período Yayoi y el siguiente, y no cabe duda de que existieron cambios morfológicos producto de dietas y estilos de vida diferentes. Todo parece indicar que las fases se sucedieron respondiendo a una mecánica interna por la cual algunos grupos de la sociedad se habrían beneficiado del aprendizaje de las nuevas técnicas introducidas por pequeños grupos de inmigrantes procedentes de la península coreana, de China o, a través de las Kuriles, del norte de Asia.
Primeras herramientas: la cultura paleolítica
A través del empleo del carbono radiactivo en sitios como Ijiwajuku sabemos que la gente que fabricó y usó armas y utensilios de piedra en las islas data como mínimo de hace 30.000 años, tal vez bastante más. Cuando, durante las eras glaciares del Pleistoceno, los mares se retiraron, Japón quedó intermitentemente unido por tierra firma a la masa continental. Hokkaido se continuaba en Siberia por medio de lo que hoy es el estrecho de Soya. La parte occidental del país estaba unido a la peninsula de Corea a través del estrecho de Tsuhima. Existían puentes naturales entre hokkaido y Honshu, así como entre las Ryukyu más septentrionales y Kyushu. Por estos pasos se habría aventurado bandas de cazadores armados con puntas de lanza de pedernal siguiendo a las manadas de mamuts, elefantes de Naumann y grandes cérvidos. Paralelamente, el bajo Pleistoceno fue un período de actividad volcánica. Las sucesivas capas de ceniza volcánica fueron dando forma al margal de Kantö en Japón oriental, en cuyas capas superiores se concentra el grueso de los hallazgos paleolíticos.
Debido a su acidez, los suelos volcánicos japoneses no han preservado muchos restos fósiles humanos. No obstante, cientos de sitios paleolíticos han ofrecido una rica variedad de fósiles animales y de laminillas y restos de hachas, hojas, cuchillas, puntas y otros utensilios hechos de piedra oguijarro. No hay duda de que hace aproximadamente 13.000 años existió una extensa producción microlítica de herramientas de láminas muy delgadas obtenidas de las abundantes reservas de obsidiana.
Los alfareros jömon
Alrededor del año 10.000 a.C., la temperatura de la Tierra comenzó a elevarse hasta alcanzar su cota máxima en el 3.000 a.C. Al tiempo que la actividad volcánica disminuía, los nivles maritimos subieron. honshu y Hokkaido volvieron a separarse y Japón dejó de estar unido al continente asiático para sumirse en el aislamiento geográfico. Cortados sus lazos continentales, algunas de las especies de grgandes animales se extinguieron, aunque en términos geenerales la mayor calidez climática trajo consigo un enriquecimiento de la vida animal y vejetal.
Para entonces, los habitantes de las islas dominaban el torneado y la cocción de vasijas. Si bien cabe la posibilidad de que se tratara de técnicas importadas, hasta el momento no se han hallado más que unos pocos ejemplares continentales claros. Quizá los más afines sean las vasijas marcadas mediante cuerdas descubiertas en el río Amur, en Siberia oriental, o en algunos emplazamientos coreanos; sin embargo estos restos son posteriores a las primeras cerámicas Jömon. La técnica de la cocción del varro en forma de vasijas permitií a estas gentes cocer los alimentos, almacenarlos mejor y abastecerse de agua sin necesidad de fuentes inmediatas, prolongando así su expectativa de vida. Una vez torneado el barro, las vasijas eran cocidas en hoyos abiertos a temepraturas relativamente bajas (500 a 600 ºC).
El período jömon (del 10.000 al 300 a.C., aproximadamente) recibe su nombre del peculuar estilo de producción de cerámica que los caracteriza. jö-mon significa "marcado mediante cuerdas", puesto que muchos de los diseños se realizaban aplicando cuerdas o ramas al barro todavía blando o bien marcandolo con bambú. Es autenticamente increible la grandisima cantidad y variedad de la cerámica Jömon, de ahí que se clasifique segun la edad.
Mucho de lo que hoy sabemos acerca de la sociedad jömon, cerámica incluida proviene del estudio de sus fosas de desperdicion, de los monticulos de conchas o muladares y de los sitios de almacenamiento localizados cerca de los asentamientos jömon, de su vida cotidiana y sus prácticas funerarias. Los jömon se alimentaron de nueces, frutas, raíces, carna, pescado y mariscos. La tendencia cálida del clima entre el 8.000 y el 3.000 a.C. favoreció la reproducción de moluscos a los largo de costas y estuarios. Allí se establecieron los primeros jömon, que dejaron grandes montículos de conchas y otros desperdicios. En estos montículos se han encontrado huesos de ciervos, jabalíes y osos, espinas y conchas de docenas de especias de peces y mariscos, utensilios de piedra y madera, arcos y puntas de flecha, anzuelos, plomadas, puntas de arpones, remos, agujas de hueso, adornos y fragmentos de redes.
En el clima cálido del perídodo jömon Medio florecieron grandes árboles de hoja caduca, por lo que muchos asentamientos se levantaron en las tierras altas de Japón central, actual prefectura de Nagano. Alrededor del año 2.500 a.C. debido al empeoramiento climático, los inviernos duros y las grandes lluvias, los jömon se vieron forazados a abandonar las laderas y regresar a la costa, lo que explica la cantidad de grandes montículos de conchas que han dejado las gentes del Jömon Tardío en zonas ribereñas como Ömori, Kasori o Ubayama.
Gran parte de los asentamientos jömon eran cuando menos semipermanentes y consistian en un apretado puñado de hundidas viviendas con el techo de paja, habitada por cinco o seis personas. Dentro alrededor de un hogar central revestido de lajas de piedra había cinco o seis puestos semi-excavados. En algunas comunidades tardias se observan huécos correspondientes a viviendas bastante mayores que las restantes. Puede que se tratara de sitios rituales o bien de las casas de los caciques o jefes del poblado. Si bien es probable que muchas comunidades procurasen ser autosuficientes exisen indicios de intercambio local o regional, con la sal de las regiones costeras abriendose camino hasta las tierras altas y la obsidiana y piedras para fabricar herramientas bajando hasta las zonas marítimas. Se ha discutido mucho en torno a una posible práctica agricola de los tardios Jömon. Algunos estudiosos dan cuenta del cultivo de una especie de mijo (hie) o de la hierba PeriIla. La mayoria opina que, aunque los Jömon sabían dónde encontrar determinadas plantas, cómo obtener tanino, almacenar alimentos y conservarlos en sal, no dominaban el cultivo sistemático de las cosechas.
Alfareria Jömon
A través de la alfareria y de otros objetos podemos aproximarnos a la imaginacion artistica y cada pieza en si misma era una obra de arte creativo. En los períodos Medio y Tardío, se utilizaron grandes vasijas para enterrar a niños; también en vasijas se enrerraban las ofrendas religiosas. Se han encontrado falos de piedra en sitios de viviendas y en las laderas de las colinas. Entre los objetos más sorprendentes que nos ha Ilegado del periodo Jömon se encuentran las piedras talladas y los figurines de barro o dogü. Presentes desde Kyushu hasta Aomori en el norte se fueron haciendo cada vez más elaborados durante los periodos Medio y Tardío en especial en las regiones del nordeste. Muchas de estas estatuillas eran claramente antropomórficas y representan a mujeres embarazadas con rostros como máscaras y ojos protuberantes. Es probable que hayan servido para propiciar los nacimientos, aliviar enfermedades o simular entierros. En muchos sitios se observó, además que los dogü aparecian rotos quizá de manera intencionada, como si se Ies hubiera usado ritualmente para transferir la enfermedad de la persona sufriente a la estatuilla de barro.
Cerámica Jömon, figura antropomórfica
En el norte del pais se ha identificado asimismo una serie de circulos de piedra; en Oyu, Akita, dos de estos circulos han podido ser desenterrados, uno de ellos erigido en torno a una piedra central, sugiriendo un posible significado fálico. También en Kimei, prefectura de Yamagata, un amplio anillo de piedras de 1,5 m de altura rodea una única piedra central. Dado el notable tamaño de estos y otros sitios similares, cabe la posibilidad de que fueran frecuentados por más de una aldea, quizá para celebrar ritos de caza o de la pesca del salmón. En las áreas funerarias y montículos de conchas de los jömon se han encontrado peines lacados, horquiIlas de espina de pescado, pendientes de concha y otros ornamentos. Algunos de los cuerpos enterrados en los montículos de conchas estaban doblados y ya en el periodo Tardio se Ilevaban a cabo varias inhumaciones en
un mismo sitio. También practicaban la extracción ritual de dientes, sobre todo en los muchachos puberes. A pesar de que algunos lingüistas han detectado vestigios del sureste asiático en la lengua japonesa, la visión mayoritaria fija las raices del japonés en el coreano y otros idiomas altaicos. En todo caso, hay razones para creer que lo que ha evolucionado hasta formar el japonés haya entrado al pais durante el periodo Jömon. Se han hallado emplazamientos jömon en Hokkaido, la tierra de los ainu. El ainu es un pueblo caucasuide norasiático que Ilegó a las islas en una época muy temprana, extendiendose por Hokkaido y el nordeste de Japón, donde muchas voces ainu aún perduran. Algunas palabras ainu tienen un fuerte parecido con sus análogas japoncsas. Kamui, en ainu, suena casi igual a la palabra japonesa para decir dioses, kami. Ciertos arqueólogos han argumentado que el Jõmon Tardio en
Japón noriental fue un periodo de cultura ainu; no obstante, el papel de la cultura ainu durante los períodos Medio y Tardio no queda del todo claro. A lo largo de los sucesivos siglos, los ainu, o ezo o emishi, como támbien se les Ilamó, fueron empujados cada vez más hacia
el norte por las étnicamente distintas y expansivas tribus de Honshu. Si bien su cultura ha logrado sobrevivir hasta nuestros dias, los ainu se han visto sometidos a ona gran presión a causa de la marea de inmigrantes Ilegados de Honshu durante el pasado siglo, y ahora su
proceso de asimilación es acelerado. En Hokkaido continúan celebrándose los festivales ainu del oso y del salmón y apenas quedan exponentes puros de esta raza.
¿Quiénes fueron los ancestros de los japoneses? ¿Cual fue su origen y cuando comenzaron a poblar el recio arco de islas volcánicas que Ilamamos Japón? Los documentos escritos, tanto japoneses como chinos, no son de gran ayuda. Las crónicas japonesas más remotas, las Kojiki (Memorias de cuestiones antiguas) y las Nihon shoki (Crónicas del Japón) datan de principios del siglo VIII de nuestra era. En sus secciones postreras las Nihon shoki resultan más detalladas, acrecentado su utilidad hisrórica. Sin embargo, las Kojiki y las secciones preliminares de las Nihon Shoki se ocupan de los orígenes mitológicos del país y e la dinastía reinante en una época en que los dioses habitaban la planicie del alto cielo. Japón, bajo el nombre de "tierre del pueblo de WA", aparece en las crónicas chinas ya en el siglo I d.C., estas crónicas, de fascinente lectura, por cierto, se basan en datos recogidos de oídas antes que en la observación de primera mano o en el contacto directo.
En definitifa hemos de basarnos en los hallazgos arqueológicos si queremos reconstruir los orígenes del país. El estudio de la arqueología en Japón ha experimentado un florecimiento a partir de la segunda Guerra Mundial y con él nuestra información acerca de las primeras fases de su sociedad. El impulso científico de esta disciplina data de las últimas decadas del pasado siglo, cuendo el estadounidense E. S. Morse (1838-1925), siendo profesor de la Universidad de Zoología de Tokio, realizó,excavaciones en el montículo de Ömori, cerca de Tokio, y publicó, en 1879, la primera monografía seria sobre el tema, "Los montículos de conchas de Ömori". Para comienzos del nuevo siglo, los arqueólogos japoneses ya habían iniciado excavaciones estratigráficas en numerosos puntos y se encontraron en plena clasificación de la cultura primitiva conocida como Jömon, a la que Yamanouchi Sugao (1902-1970) sitúa en el 3.000 a.C.
El cambio de clima político y la cruzada imperialista y militarista emprendida por el país arecieron empañar el promisorio futuro de las investigaciones de preguerra. Durante la década del 30 y los primerso años de la del 40, el antiguo mito del nexo del emperador y estado japoneses con Jimmu, legendario ancestro y escendiente de la diosa del Sol que habría accedido al trono imperial en el año 660 a.C., logró anular cualquier intento de especulación crítica activa acerca de los orígenes de la sociedad japonesa. Desde luego, no se impedía excavar a los arqueólogos, aunque se les podía llegar encarcelar en caso de difundir teorías que pudieran descalificar de algún modo el mito nacional.
Al terminar la guerra y desaparecer los tabúes intelectuales, tanto arqueologos como historiadores se vieron libres, beneficiándose de las ventajas de la recuperación económica e industrial del país y de su creciente experiencia tecnológica. Desde el fin de la guerra, se han realizado más de 15.000 excavaciones. Con el despegue económico, paralelamente se han cubierto con cemento muchos sitios interesantes. A menudo los investigadores han debido realizar una expedita laor de preservación arqueológica, anticipándose en su búsqueda a las grúas y excavadoras empeñadas en la construcción de fábricas, complejos urbanos, metros, aeropuertos y autopistas. Pero el entusiasmo arqueológico se ha visto asimismo apuntalado por la increíble fascinación que sienten los japoneses de todas la edades por su pasado cultural. Cada librería de Japón parece contar con una sección dedicada a la aquología y a los más mínimos hallazgos, mientras que los descubrimientos importantes, como el de la tumba pintada de Takamatsuzuka -habilitada en 1972-, aparecen en los titulares y en los informativos televisivos.
Las excavaciones arqueológicas han ampliado los límites de la prehistoria japonesa cada vez más hacia atrás. Si hace unas pocas décadas los orígenes de la actividad humana en Japón se situaban en el período Jömon (10.000 al 300 a.C.), hoy en día parece claro que existió una rica cultura paleolítica previa y que las islas del archipielago se encuentran habitadas desde hace 50.000 años.
Se suele dividir la prehistoria de Japón en cuatro grandes fases, cada una de ellas con sus características distintivas y sus puntos comunes de continuidad. Se ha llegado a detectar un desarrollo cultural, si bien no siempre regular, sí acumulativo. Durante muchos miles de años existió un movimiento gradual que, partiendo de la Edad de Piedra, y tras atravesar una fase alfarera, cazadora y recolectora, desembocó primero en una sociedad agrícola que utilizaba el metal y luego en una caracterizada por las grandes construcciones funerarias, indicadores del poder de los caciques locales, capaces de movilizar a miles de braceros en la construcción de inmensos túmulos. Es probable que la transición de una a fase a otra se produjera bajo la influencia de pueblos provenientes del continente, así como de las ocasionales conquistas locales. sin embargo, este proceso no se habría debido tanto a la acción de conquistas foráneas como a la agragación de nuevas técnicas a los esquemas culturales preexistentes. Por otra parte, si bien muchas de estas técnicas tuvieron sin duda un origen continental, su difusión y desarrollo parecen haber continuado dentro del ámbito japonés. Ello dio pie a qe durante largo tiempo coexistieran las herramientas de piedra y los estilos de influencia Jömon con las nuevas técnicas agrícolas y metalúrgicas incorporadas.
La fase más antigua de la prehistoria japonesa fue paleolítica: esta cultura se dedicaba a la caza y la recolección y era diestra en el manejo de armas y herramientas de piedra, aunque desconocia las técnicas alfareras. al rededor del año 10.000 a.C., fue seguida por una fase alfarera mesolítica llamada Jömon, o "marcada con cuerdas", debido a su peculiar cerámica. La cultura jömon comenzó a ceder, aproximadamente en el 300 a.C., bajo el peso de los yayoi, un pueblo que trabajaba los metales, conocía el telar y la agricultura. Más o menos en el tercer siglo de nuestra era, con la aparición de las grandes tumbas centradas en la región de Yamao y el extremos oriental del mar Interor, el paisaje físico y cultural comenzó a cambiar. Esta fase de monumentos funerarios fue testigo de la emergencia de la primera entidad política claramente definida del páis, la dinastía Yamao.
Dada la diferencia que presentan los nombres de las distintas fases, no es aventurado pensar que hubo cortes clturales entre unas y otras, invasiones tal vez, y que cada una de ellas fue llevada a cabo por gentes muy diversas. Algunos historiadores y arqueólogos han sugerido la posibilidad de invasiones durante el período Yayoi y el siguiente, y no cabe duda de que existieron cambios morfológicos producto de dietas y estilos de vida diferentes. Todo parece indicar que las fases se sucedieron respondiendo a una mecánica interna por la cual algunos grupos de la sociedad se habrían beneficiado del aprendizaje de las nuevas técnicas introducidas por pequeños grupos de inmigrantes procedentes de la península coreana, de China o, a través de las Kuriles, del norte de Asia.
Primeras herramientas: la cultura paleolítica
A través del empleo del carbono radiactivo en sitios como Ijiwajuku sabemos que la gente que fabricó y usó armas y utensilios de piedra en las islas data como mínimo de hace 30.000 años, tal vez bastante más. Cuando, durante las eras glaciares del Pleistoceno, los mares se retiraron, Japón quedó intermitentemente unido por tierra firma a la masa continental. Hokkaido se continuaba en Siberia por medio de lo que hoy es el estrecho de Soya. La parte occidental del país estaba unido a la peninsula de Corea a través del estrecho de Tsuhima. Existían puentes naturales entre hokkaido y Honshu, así como entre las Ryukyu más septentrionales y Kyushu. Por estos pasos se habría aventurado bandas de cazadores armados con puntas de lanza de pedernal siguiendo a las manadas de mamuts, elefantes de Naumann y grandes cérvidos. Paralelamente, el bajo Pleistoceno fue un período de actividad volcánica. Las sucesivas capas de ceniza volcánica fueron dando forma al margal de Kantö en Japón oriental, en cuyas capas superiores se concentra el grueso de los hallazgos paleolíticos.
Debido a su acidez, los suelos volcánicos japoneses no han preservado muchos restos fósiles humanos. No obstante, cientos de sitios paleolíticos han ofrecido una rica variedad de fósiles animales y de laminillas y restos de hachas, hojas, cuchillas, puntas y otros utensilios hechos de piedra oguijarro. No hay duda de que hace aproximadamente 13.000 años existió una extensa producción microlítica de herramientas de láminas muy delgadas obtenidas de las abundantes reservas de obsidiana.
Los alfareros jömon
Alrededor del año 10.000 a.C., la temperatura de la Tierra comenzó a elevarse hasta alcanzar su cota máxima en el 3.000 a.C. Al tiempo que la actividad volcánica disminuía, los nivles maritimos subieron. honshu y Hokkaido volvieron a separarse y Japón dejó de estar unido al continente asiático para sumirse en el aislamiento geográfico. Cortados sus lazos continentales, algunas de las especies de grgandes animales se extinguieron, aunque en términos geenerales la mayor calidez climática trajo consigo un enriquecimiento de la vida animal y vejetal.
Para entonces, los habitantes de las islas dominaban el torneado y la cocción de vasijas. Si bien cabe la posibilidad de que se tratara de técnicas importadas, hasta el momento no se han hallado más que unos pocos ejemplares continentales claros. Quizá los más afines sean las vasijas marcadas mediante cuerdas descubiertas en el río Amur, en Siberia oriental, o en algunos emplazamientos coreanos; sin embargo estos restos son posteriores a las primeras cerámicas Jömon. La técnica de la cocción del varro en forma de vasijas permitií a estas gentes cocer los alimentos, almacenarlos mejor y abastecerse de agua sin necesidad de fuentes inmediatas, prolongando así su expectativa de vida. Una vez torneado el barro, las vasijas eran cocidas en hoyos abiertos a temepraturas relativamente bajas (500 a 600 ºC).
El período jömon (del 10.000 al 300 a.C., aproximadamente) recibe su nombre del peculuar estilo de producción de cerámica que los caracteriza. jö-mon significa "marcado mediante cuerdas", puesto que muchos de los diseños se realizaban aplicando cuerdas o ramas al barro todavía blando o bien marcandolo con bambú. Es autenticamente increible la grandisima cantidad y variedad de la cerámica Jömon, de ahí que se clasifique segun la edad.
Mucho de lo que hoy sabemos acerca de la sociedad jömon, cerámica incluida proviene del estudio de sus fosas de desperdicion, de los monticulos de conchas o muladares y de los sitios de almacenamiento localizados cerca de los asentamientos jömon, de su vida cotidiana y sus prácticas funerarias. Los jömon se alimentaron de nueces, frutas, raíces, carna, pescado y mariscos. La tendencia cálida del clima entre el 8.000 y el 3.000 a.C. favoreció la reproducción de moluscos a los largo de costas y estuarios. Allí se establecieron los primeros jömon, que dejaron grandes montículos de conchas y otros desperdicios. En estos montículos se han encontrado huesos de ciervos, jabalíes y osos, espinas y conchas de docenas de especias de peces y mariscos, utensilios de piedra y madera, arcos y puntas de flecha, anzuelos, plomadas, puntas de arpones, remos, agujas de hueso, adornos y fragmentos de redes.
En el clima cálido del perídodo jömon Medio florecieron grandes árboles de hoja caduca, por lo que muchos asentamientos se levantaron en las tierras altas de Japón central, actual prefectura de Nagano. Alrededor del año 2.500 a.C. debido al empeoramiento climático, los inviernos duros y las grandes lluvias, los jömon se vieron forazados a abandonar las laderas y regresar a la costa, lo que explica la cantidad de grandes montículos de conchas que han dejado las gentes del Jömon Tardío en zonas ribereñas como Ömori, Kasori o Ubayama.
Gran parte de los asentamientos jömon eran cuando menos semipermanentes y consistian en un apretado puñado de hundidas viviendas con el techo de paja, habitada por cinco o seis personas. Dentro alrededor de un hogar central revestido de lajas de piedra había cinco o seis puestos semi-excavados. En algunas comunidades tardias se observan huécos correspondientes a viviendas bastante mayores que las restantes. Puede que se tratara de sitios rituales o bien de las casas de los caciques o jefes del poblado. Si bien es probable que muchas comunidades procurasen ser autosuficientes exisen indicios de intercambio local o regional, con la sal de las regiones costeras abriendose camino hasta las tierras altas y la obsidiana y piedras para fabricar herramientas bajando hasta las zonas marítimas. Se ha discutido mucho en torno a una posible práctica agricola de los tardios Jömon. Algunos estudiosos dan cuenta del cultivo de una especie de mijo (hie) o de la hierba PeriIla. La mayoria opina que, aunque los Jömon sabían dónde encontrar determinadas plantas, cómo obtener tanino, almacenar alimentos y conservarlos en sal, no dominaban el cultivo sistemático de las cosechas.
Alfareria Jömon
A través de la alfareria y de otros objetos podemos aproximarnos a la imaginacion artistica y cada pieza en si misma era una obra de arte creativo. En los períodos Medio y Tardío, se utilizaron grandes vasijas para enterrar a niños; también en vasijas se enrerraban las ofrendas religiosas. Se han encontrado falos de piedra en sitios de viviendas y en las laderas de las colinas. Entre los objetos más sorprendentes que nos ha Ilegado del periodo Jömon se encuentran las piedras talladas y los figurines de barro o dogü. Presentes desde Kyushu hasta Aomori en el norte se fueron haciendo cada vez más elaborados durante los periodos Medio y Tardío en especial en las regiones del nordeste. Muchas de estas estatuillas eran claramente antropomórficas y representan a mujeres embarazadas con rostros como máscaras y ojos protuberantes. Es probable que hayan servido para propiciar los nacimientos, aliviar enfermedades o simular entierros. En muchos sitios se observó, además que los dogü aparecian rotos quizá de manera intencionada, como si se Ies hubiera usado ritualmente para transferir la enfermedad de la persona sufriente a la estatuilla de barro.
Cerámica Jömon, figura antropomórfica
En el norte del pais se ha identificado asimismo una serie de circulos de piedra; en Oyu, Akita, dos de estos circulos han podido ser desenterrados, uno de ellos erigido en torno a una piedra central, sugiriendo un posible significado fálico. También en Kimei, prefectura de Yamagata, un amplio anillo de piedras de 1,5 m de altura rodea una única piedra central. Dado el notable tamaño de estos y otros sitios similares, cabe la posibilidad de que fueran frecuentados por más de una aldea, quizá para celebrar ritos de caza o de la pesca del salmón. En las áreas funerarias y montículos de conchas de los jömon se han encontrado peines lacados, horquiIlas de espina de pescado, pendientes de concha y otros ornamentos. Algunos de los cuerpos enterrados en los montículos de conchas estaban doblados y ya en el periodo Tardio se Ilevaban a cabo varias inhumaciones en
un mismo sitio. También practicaban la extracción ritual de dientes, sobre todo en los muchachos puberes. A pesar de que algunos lingüistas han detectado vestigios del sureste asiático en la lengua japonesa, la visión mayoritaria fija las raices del japonés en el coreano y otros idiomas altaicos. En todo caso, hay razones para creer que lo que ha evolucionado hasta formar el japonés haya entrado al pais durante el periodo Jömon. Se han hallado emplazamientos jömon en Hokkaido, la tierra de los ainu. El ainu es un pueblo caucasuide norasiático que Ilegó a las islas en una época muy temprana, extendiendose por Hokkaido y el nordeste de Japón, donde muchas voces ainu aún perduran. Algunas palabras ainu tienen un fuerte parecido con sus análogas japoncsas. Kamui, en ainu, suena casi igual a la palabra japonesa para decir dioses, kami. Ciertos arqueólogos han argumentado que el Jõmon Tardio en
Japón noriental fue un periodo de cultura ainu; no obstante, el papel de la cultura ainu durante los períodos Medio y Tardio no queda del todo claro. A lo largo de los sucesivos siglos, los ainu, o ezo o emishi, como támbien se les Ilamó, fueron empujados cada vez más hacia
el norte por las étnicamente distintas y expansivas tribus de Honshu. Si bien su cultura ha logrado sobrevivir hasta nuestros dias, los ainu se han visto sometidos a ona gran presión a causa de la marea de inmigrantes Ilegados de Honshu durante el pasado siglo, y ahora su
proceso de asimilación es acelerado. En Hokkaido continúan celebrándose los festivales ainu del oso y del salmón y apenas quedan exponentes puros de esta raza.