1 Orígenes de la cultura y la sociedad japonesas ( III) Vie Sep 17, 2010 12:56 am
Yukimura
El período de las grandes Tumbas
Muchas de las características del periodo Yayoi tales como el regadio de los campos de arroz y la vida agricola sedentaria, el uso creciente del hierro y el bronce los tejidos la especialización en la producción de metaIes, cerámica y sal, las tumbas de los jefes Ilenas de objetos funerarios la diferenciación social y la consolidación de pequeños subestados beligerantes se fueron acrecentando a lo largo de los siglos posteriores Ias parcelas de arroz comenzaron a ascender a las zonas altas, los sistemas de riego se sofisticaron, la cerámica multiplicó su presencia y se intensificó el uso de armas y herramientas de hierro.
Uno de estos fenómenos, la singular construcción de tumbas o túmulos (en japonés, kofun), ha llamado la atención de arqueólogos e historiadores hasta el punto de dar su nombre al período Por tanto, se conoce al tiempo que va de los siglos 11I al VII d. C. como período Kofun. Asi, las tumbas más grandes, construidas en la región de Yarnaro, serian claras expresiones del poder ostentado por un extendido régimen politico que podria haber dado origen al posterior linaje imperial japonés.
Si bien es verdad que los túmulos de los caciques locales y los de los poderosos gobernantes de estos siglos tendrían su origen en las tumbas de cámaras pétreas y en los montículos elevados propios del periodo Yayoi, su tamaño es considerablemenle mayor y mayor asi misrno es su número cuando aparecen en racimos.
Desde el sur de Kyushu hasta el norte de Honshu, son miles las tumbas individuales o racimos que se han encontrado. Los grupos más numerosos fueron construi dos en lo que es ahora la región de Nara-Kyoto-Osaka, así como en la prefectura de Okayama, en el norte de Kyushu y en la parte nororiental de Honshu. Es en estas áreas donde se considcra que se concentraba entonces la actividad politica y cultural. Las tumbas más grandes son las de la cuenca del Nara y las de la Ilanura de Kawachi, en el extremo oriental del mar Interior Sus formas van desde la redondeada que predomina a la cuadrada y a combinaciones de ambas. Las mayores y más específicamente japonesas son las tumbas en "ojo de cerradura" o las cuadradas por delante, redondas por detrás. Las primeras tumbas solían construirse en las laderas de colinas ya existentes o bien tenian una zanja en la cima del montículo para alojar a varios difuntos. Es posteriormcnte que comenzaron a erigirse grandes montículos sobre cámaras mortuorias de piedra dispuestas de manera vertical o lateral, en las que los ataúles podían tanto deslizarse desde la cima como introducirce a través de un pasadizo revestido de piedra.
A partir del siglo IV se construyen grandes tumbas en forma de cerradura, rodeadas por un foso y de varios cientos de metros de longitud, que Ilegan a su máxima escala en el siglo V. La llamada tumba de Nintoku, por ejemplo, se cuenta entre los grandes monumentos del mundo, rivalizando en grandeza con las pirámides y sólo superada por la tumba del primer emperador de la dinastia china Qin, con su vasto y espectral ejército de soldados y corceles de arcilla. Nintoku fue un ernperador legendario cuyo reino, según los Nihom shoki, duró casi 90 años y durante el cual parece haber concebido y edificado la inmensa tumba que Ileva su nombre Rodeada por tres fosos y con una superficie de 32 hectáreas, se acerca a los 500 m de longitud y a los 35 de alzada. A estas tumbas tardias se entraba desde el lado por medio de pasadizos reveslidos de picdra. Elegantes cámaras contenían los sarcofagos de piedra y los distintos objetos mortuorios. Toda tumba con un nexo imperial se encuentra ahora bajo el control de la Agencia Doméstica Imperial. El acceso a Ias mismas es restringido y muchas no han sido excavadas. Por otra parte muchas han sufrido pillajes al o largo de los siglos, pero las que han podido excavarse han aportado valiosos materiales y documentos acerca de la cultura y prácticas funerarias propias del periodo. Las más tempranas ofrecen gran cantidad de réplicas en piedra de efctos personales, cuchillos, espejos, armas, herramientas, zuecos y bastones que podrían haber sido símbolos chamánicos. Las tardías contienen espadas de hierro armaduras, cerámica, cuentas, utensilios domésticos y agrícolas, coronas y espejos de bronce.
Muchas de las tumbas de los siglos V y Vl dan muestras de la existencia de una cultura ecuestre. Entre los objetos mortuorios comienzan a aparecer trozos de bridas, estribos, ornamentos de sillas y correas y laminas protectoras, además de algunos huesos equinos. La presencia de estos jaeces y la obvia existencia de una aristocracia ecuestre que obligó a dedicar las reservas humanas y materiales de la sociedad a la construcción de grandes tumbas para sus caciques ha dado pie a la teoria, defendida en especial por el profesor Egami Namio, de que en el siglo IV un pueblo ecuestre procedente de Corea habría invadido las islas. Para muchos arqueólogos, la logística y el desarrollo de la "invasión" no corresponden a un único evento épico. Queda claro, no obstante que el arte de montar a caballo supo introducirse en Japón, tal vez dehido a la influencia de pequeños grupos Ilegados de Silla o Paekche, y que fue adoptado como técnica militar por Ios jefes tribales a fin de extender su poderio regional. Este contacto, no siempre amistoso por cierto, entre grupos tribales japoneses y reinos coreanos queda demostrado a traves de las tumbas y los objetos de bronce, hierro y demás materiales presentes en ellas.
Generalmente por fuera de las tumbas se encontraban los haniwa, una forma de arte cararteristica de este periodo. Los haniwa comenzaron siendo sencillos cilindros de arcilla empleados para mantener en su sitio la tierra de los monticulos pero poco a poco fueron evolucionando hasta convertirse en una expresión de los muchos aspectos de la vida cotidiana de la época. Hay figuras de guerreros, sacerdotisas, madres con sus niños, caballos y otros animales, barcas, casas y graneros. En algunas tumbas los haniwa parecen haber sido dispuestos en un orden ritual, como para dar la bienvenida a los difuntos y rodearlos de objetos fãmiliares. Un montículo como el de la tumba de Nintoku por ejemplo, implicaba la fabricación de miles de haniwa, probablemente moldeados y cocidos por artesanos especializados en hornos próximos al lugar.
El plano de la tumba Futatsuyama, en la prefectura de Gumma, muestra la manera en que se disponían los hahiwa en una tardía tumba de ojo de cerradura con cámara mortuoria. La ladera frontal del montículo delantero presentaba una mezcla de casas, abanicos y figuras humanas. En el montículo posterior se encontraron hahiwa en forma de sombreros, pulseras de arqueros, figuras humanas y ecuestres.
Esta cabeza finamente moldeada encontrada en el túmulo de Nintoku, es uno de los más antiguos haniwa antropomorfos. De concepción realista, la cabeza, que podría representar a un joven chamán, muestra cierta plenitud en los bordes de los ojos y boca y una notoria redondez en las mejillas.
Numerosas figuras de caballos procedentes de las dispersas tumbas del siglo V reforzarían la hipótesis de una invasión de un pueblo de jinetes. Este caballo totalmente enjaezado está tocado con campanillas y su silla descansa sobre una sudadera.
Muchas de las características del periodo Yayoi tales como el regadio de los campos de arroz y la vida agricola sedentaria, el uso creciente del hierro y el bronce los tejidos la especialización en la producción de metaIes, cerámica y sal, las tumbas de los jefes Ilenas de objetos funerarios la diferenciación social y la consolidación de pequeños subestados beligerantes se fueron acrecentando a lo largo de los siglos posteriores Ias parcelas de arroz comenzaron a ascender a las zonas altas, los sistemas de riego se sofisticaron, la cerámica multiplicó su presencia y se intensificó el uso de armas y herramientas de hierro.
Uno de estos fenómenos, la singular construcción de tumbas o túmulos (en japonés, kofun), ha llamado la atención de arqueólogos e historiadores hasta el punto de dar su nombre al período Por tanto, se conoce al tiempo que va de los siglos 11I al VII d. C. como período Kofun. Asi, las tumbas más grandes, construidas en la región de Yarnaro, serian claras expresiones del poder ostentado por un extendido régimen politico que podria haber dado origen al posterior linaje imperial japonés.
Si bien es verdad que los túmulos de los caciques locales y los de los poderosos gobernantes de estos siglos tendrían su origen en las tumbas de cámaras pétreas y en los montículos elevados propios del periodo Yayoi, su tamaño es considerablemenle mayor y mayor asi misrno es su número cuando aparecen en racimos.
Desde el sur de Kyushu hasta el norte de Honshu, son miles las tumbas individuales o racimos que se han encontrado. Los grupos más numerosos fueron construi dos en lo que es ahora la región de Nara-Kyoto-Osaka, así como en la prefectura de Okayama, en el norte de Kyushu y en la parte nororiental de Honshu. Es en estas áreas donde se considcra que se concentraba entonces la actividad politica y cultural. Las tumbas más grandes son las de la cuenca del Nara y las de la Ilanura de Kawachi, en el extremo oriental del mar Interior Sus formas van desde la redondeada que predomina a la cuadrada y a combinaciones de ambas. Las mayores y más específicamente japonesas son las tumbas en "ojo de cerradura" o las cuadradas por delante, redondas por detrás. Las primeras tumbas solían construirse en las laderas de colinas ya existentes o bien tenian una zanja en la cima del montículo para alojar a varios difuntos. Es posteriormcnte que comenzaron a erigirse grandes montículos sobre cámaras mortuorias de piedra dispuestas de manera vertical o lateral, en las que los ataúles podían tanto deslizarse desde la cima como introducirce a través de un pasadizo revestido de piedra.
A partir del siglo IV se construyen grandes tumbas en forma de cerradura, rodeadas por un foso y de varios cientos de metros de longitud, que Ilegan a su máxima escala en el siglo V. La llamada tumba de Nintoku, por ejemplo, se cuenta entre los grandes monumentos del mundo, rivalizando en grandeza con las pirámides y sólo superada por la tumba del primer emperador de la dinastia china Qin, con su vasto y espectral ejército de soldados y corceles de arcilla. Nintoku fue un ernperador legendario cuyo reino, según los Nihom shoki, duró casi 90 años y durante el cual parece haber concebido y edificado la inmensa tumba que Ileva su nombre Rodeada por tres fosos y con una superficie de 32 hectáreas, se acerca a los 500 m de longitud y a los 35 de alzada. A estas tumbas tardias se entraba desde el lado por medio de pasadizos reveslidos de picdra. Elegantes cámaras contenían los sarcofagos de piedra y los distintos objetos mortuorios. Toda tumba con un nexo imperial se encuentra ahora bajo el control de la Agencia Doméstica Imperial. El acceso a Ias mismas es restringido y muchas no han sido excavadas. Por otra parte muchas han sufrido pillajes al o largo de los siglos, pero las que han podido excavarse han aportado valiosos materiales y documentos acerca de la cultura y prácticas funerarias propias del periodo. Las más tempranas ofrecen gran cantidad de réplicas en piedra de efctos personales, cuchillos, espejos, armas, herramientas, zuecos y bastones que podrían haber sido símbolos chamánicos. Las tardías contienen espadas de hierro armaduras, cerámica, cuentas, utensilios domésticos y agrícolas, coronas y espejos de bronce.
Muchas de las tumbas de los siglos V y Vl dan muestras de la existencia de una cultura ecuestre. Entre los objetos mortuorios comienzan a aparecer trozos de bridas, estribos, ornamentos de sillas y correas y laminas protectoras, además de algunos huesos equinos. La presencia de estos jaeces y la obvia existencia de una aristocracia ecuestre que obligó a dedicar las reservas humanas y materiales de la sociedad a la construcción de grandes tumbas para sus caciques ha dado pie a la teoria, defendida en especial por el profesor Egami Namio, de que en el siglo IV un pueblo ecuestre procedente de Corea habría invadido las islas. Para muchos arqueólogos, la logística y el desarrollo de la "invasión" no corresponden a un único evento épico. Queda claro, no obstante que el arte de montar a caballo supo introducirse en Japón, tal vez dehido a la influencia de pequeños grupos Ilegados de Silla o Paekche, y que fue adoptado como técnica militar por Ios jefes tribales a fin de extender su poderio regional. Este contacto, no siempre amistoso por cierto, entre grupos tribales japoneses y reinos coreanos queda demostrado a traves de las tumbas y los objetos de bronce, hierro y demás materiales presentes en ellas.
Generalmente por fuera de las tumbas se encontraban los haniwa, una forma de arte cararteristica de este periodo. Los haniwa comenzaron siendo sencillos cilindros de arcilla empleados para mantener en su sitio la tierra de los monticulos pero poco a poco fueron evolucionando hasta convertirse en una expresión de los muchos aspectos de la vida cotidiana de la época. Hay figuras de guerreros, sacerdotisas, madres con sus niños, caballos y otros animales, barcas, casas y graneros. En algunas tumbas los haniwa parecen haber sido dispuestos en un orden ritual, como para dar la bienvenida a los difuntos y rodearlos de objetos fãmiliares. Un montículo como el de la tumba de Nintoku por ejemplo, implicaba la fabricación de miles de haniwa, probablemente moldeados y cocidos por artesanos especializados en hornos próximos al lugar.
El plano de la tumba Futatsuyama, en la prefectura de Gumma, muestra la manera en que se disponían los hahiwa en una tardía tumba de ojo de cerradura con cámara mortuoria. La ladera frontal del montículo delantero presentaba una mezcla de casas, abanicos y figuras humanas. En el montículo posterior se encontraron hahiwa en forma de sombreros, pulseras de arqueros, figuras humanas y ecuestres.
Esta cabeza finamente moldeada encontrada en el túmulo de Nintoku, es uno de los más antiguos haniwa antropomorfos. De concepción realista, la cabeza, que podría representar a un joven chamán, muestra cierta plenitud en los bordes de los ojos y boca y una notoria redondez en las mejillas.
Numerosas figuras de caballos procedentes de las dispersas tumbas del siglo V reforzarían la hipótesis de una invasión de un pueblo de jinetes. Este caballo totalmente enjaezado está tocado con campanillas y su silla descansa sobre una sudadera.