1 El período Heian (II) Vie Sep 17, 2010 1:02 am
Yukimura
La cultura en el período Heian
Generalmente se suele considerar a la brillantc cultura del periodo Heian como un producto exclusivo de la corte imperial. Muchas de las más perdurables manifestaciones artísticas japonesas generadas durante este período proceden sin duda de las cámaras y salones del palacio imperial o las residenciales Fujiwara. Además, obras literarias del tenor de la Historia de Genji y el Libro de Ia Almohada nos ofrecen un fresco de la vida v acrividades culturales de Ia corte cuya nitidez no encuentra parangón en ningún otro período de la temprana hisroria de Japón. Pero estos tesoros literarios nos Ilevan a centrar nuestra atención exclusivamente en la corte y por revelador que sea su aporte, no hemos de olvidarr que la vida no se detuvo más allá de los límites de la capital. En los períodos medio y tardío, aparecieron los guerreros; la formación de su incipiente cultura también ha de considerarse como una faceta de la vida cultural de la época. Otro tanto puede decirse de la cultura budista de monasterios y conventos. Desafortunadamente, los documenlos de que disponemos en relación a los campesinos, la gente que trabajo la tierra y que constituía el grueso de la población del país, son demasiado fragmentados como para hacernos una idea cabal de su cultura y experiencias espirituales.
Vida y cultura aristocráticas
Los parametros culturales más elevados correspondian al reducido grupo de aristócratas que formaban la sociedad cortesana del recinto palaciego y las vecinas residencias aristocráticas de Heian-kyö. Este grupo de varios centenares de nobles, damas de palacio y miembros de la familia imperial componían una élite altamenterefinada, acomodada, intensamente literata y preocupada por La literatura. De los numerosos documentos literarios que han sobrevivido se trasluce claramente una sociedad en la que la nobleza de nacimiento, rango y crianza lo eran todo. Dentro del microcosmos jerárquico de la corte, el dominio del protocolo y la etiqueta, de la caligrafía y la música, del vestir y el porte se hicieron más importantes que la habilidad con la espada o el caballo. El producto más afortunado de esta estética del refinamiento (miyabi) quizás haya sido la unión de arte y vida. La expresión del arte en la vida, de la vida en el arte, caracterizaban prácticamente todas las facetas de la cultura aristocrática Heian. El extremo cuidado con que las mujeres de la corte elegían los colores de los doce sucesivos vestidos de seda que formaban su atuendo, la atención que ponían en el arreglo de sus largos trenzas negras, de sus rostros emblanquecidos y oscurecidos dientes, eran parte de una constante preocupación por el refinamiento su vida cotidiana era su viva expresión de la sensibilidad artística. En esta sociedad se cultivaban la sugestión y la exprcsión indirecta de las emociones. Las damas nobles vivían detrás de pantallas y cortinas. Las relaciones no tenian por qué empezar mediante la conversación directa sino a través de la visión de los largos cabellos negros de una mujer, de un atisbo de su fragancia, de la lugar visión de una elegante manga de seda o bien a través del aspecto revelador por excelencia, la calidad de su caligrafía, máxima expresión de su persona. Pero también los hombres debian cuidar su vestimenta, aspecto fisico, caligrafia y habilidad literaria si pretendian draenvolverse con éxito en las intrigas palaciegas de politica y alcoba.
De todos los documentos disponibles acerca de la sociedad aristocrática Heian, los más completos son sin duda los poemas, relatos y diarios. Y la lectura de estos textos nos induce a pensar que la actividad más absorbente de la sociedad cortesana era el arte amoroso. La regla básica a seguir por hombres y mujcres era la sensibilidad. No ocurria lo mismo con la constancia; la sociedad aristocrática Heian era poligama. Los matrimonios respondian a intereses familiares y a la necesidad de herederos. Por lo normal, las esposas y sus hijos vivian con sus familias, donde el esposo las visitaba. Una vez que un noble Heian habia formalirado su unión con una esposa principal, mujer de linaje equiparable al suyo, y ésta le habia dado un heredero, nada le impedia establecer relaciones, más o menos permanentes, con esposas secundarias e incluso con parejas circunstanciales. Asi mismo, las mujeres podian relacionarse con hombres que no fuesen sus esposos. Algunas damas de la corte, como Izumi Shilubu, eran reputadan por sus conquistas amorosas. Otras, menos atractivas, como la autora de Kagerö nikki (Los años de Ia tela de araña), al verse abandonadas por sus maridos cayeron presa del tormento de los celos.
En cuanto a su aspecto más desafortunado, la cultura cortesana Heian podia Ilegar a ser mezquina, excesivamente refinada y estéril. Era también una sociedad bastante cerrada y centrada en si misma. En el año 894, la corte dejó de enviar grandes misiones oficiales a China. Aunque parte del contacto se mantuvo a través del ir y venir de monjes y comerciantes, Japón había estrechado su horizonte. Además, la corre comenzó a perder durante los siglos IX y X el control efectivo sobre las provincias. Los cortesanos apenas si se alejahan de la capital y cuendo abandonaban el recinto cerrado del palacio, no podian evitar el resquemor: "Parecían una multitud de gusanos de seda que se apretujaban en sus harapos, y entre ellos yo no había un palmo de distancia" (El libro de la almohada, de Sei Shönagon).
Es esta misma introspección o autoabsorción la que debe haber contribuido en gan mcdida al elevado nivel de actividad cultural existente en los circulos cortesanos. Se puede decir que la cultura de la época Heian fue Ia primera cultura verdaderamente japonesa. De hecho, todavía se nota la influencia china, aunque traducida a modos genuinamente locales.
Durante los primeros tiempos del periodo Heian, la influencia cultural china era aún importante y nutridas y periódicas embajadas oficiales traían del continente tcxtos e ideas de nuevo cuño. La lengua china era el principal vehículo de espresión literaria, en prosa y verso. Y quizá lo hubiese seguido siendo de no ser por que no se adaptaba adecuadamente a las necesidades de expresividad emotiva de los japoneses, y en especial de las mujeres, a quienes no se suponía idóneas o capaces de dominar este arte. Tampoco parecia satisfacer las necesidades poéticas del cortejo amoroso, que a menudo se desarrollaba en verso y exigia una sutil y matizada réplica en japonés en caso de que la dama quisiese a su vez expresar sus más profundos sentimientos. Asi, simplificando y estandarizando elementos de los caracteres chinos básicos, se crearon silabarios japoneses (kana) capaces de brindar un medio más sencillo de expresión vernácula. Si bien la tradición arribuye la empresa a Kukai, no hay datos fehacientes que lo confirmen. Los kana permitieron reemplazar los complejos e incómodos métodos de escritura empleados en las Kojiki y el Manyöshu por una sencilla y atildada transcriprión fonética de los sonidos japoneses.
Si los kana abrieron las puertas de la expresión literaria a los hombres, otro tanto y más hicieron por las mujeres. Entre los primeros textos kana de calidad literaria encontramos los poemas incluidos en la Kokin Wakashü (Antología de viejos y nuevos poemas, 905), una colección de más de 1.000 poemas escritos en japonés (kana). En su prefacio a la Kokin Wakashü, el editor, Ki no Tsurayuki (839?-944), expresa uno de los ideales más perdurables de la literatura japonesa, la primacia de los sentimientos sobre el intelecto:
"La poesia japonesa tiene sus raíces en el corarón humano y florece en las incontables hojas de las palabras. Y al poseer los seres humanos intereses ran variados, es a través de la poesia que expresan las meditaciones de lo más profundo de su ser como si fueran visiones que aparecen ante sus ojos y con sonidos que penetran sus oidos. ¿Qué ser viviente, al escuchar a la curruca cantando sobre el follaje florido y a la rana en su agua fresca, es capaz de negarse a cantar? Es la poesia la que sin esforzarse mueve cielo y tierra, despierta los sentimientos de dioses y espiritus invisibles al ojo, suaviza las relaciones entre hombres y mujeres, calma los corazones de los combativos guerreros."
La Kokin wakashü estableció una dicción poética observada a lo largo de un milenio por el grueso de los poetas tanka. También fijó un canon literario de temas poéticos, el estado de ánimo y contemplación de las estaciones. En sus 20 libros predominan los poemas amorosos y estacionales. La poesia estacional hablaba de los cerezos en flor y del reverdecer de las hojas de arce, sentando un estereotipo que, más tarde, y en manos menos capaces, se volvió torpe y fácil. Pero el tema central era el amor que "suaviza las relaciones entre el hombre y la mujer". Semejante preocupación por el amor distancia a la poesia japonesa de la china. Y es que se describia al amor menos en cuanto a pasión, o intimidad, o profundidad de la relación, y más en términos de gentileza, fragilidad, principios y finales: la incertidumbre de una relación que se inicia, la tristeza al saber que ha terminado. Esto cuadraba perfectamente con la delicada forma y la brevedad del tanka.
Se ha echado en cara a los poetas de la antologia Kokinshü que a pesar de su depurada y soberbia técnica no fuesen capaces de una gran intensidad emotiva o individual. No obstante, algunos de ellos, como los poeras Araiwara no Narihira (823-880) y Ki no Tsurayuki o las poetisas Ono no Komachi (fl. 850) y la Dama Ise, consorte del emperador Uda, muestran una gran profundidad e intensidad sentimental. Sirvan como ejemplo estos poemas de Ono no Komachi:
Hito no awamo
En esta noche sin luna
Tsuki no naki yo wa
No podremos encontramos.
Omoiokite
La añoranza me despierta
Mune hashiri hi ni
Mi pecho bate inflamado,
Kokoro yaekori
Y el fuego consume mi corazón.
y:
Wabinureba
Estoy tan sola
Mi wo ukigusa no
Mi cuerpo es una hierba que flota
Ne wo taete
Segada de raiz.
Sasou mizu areba
Si el agua me sedujera
Inamu to zo omou
La seguiria, lo sé.
O bien este poema de Ise:
Yume ni da mo
Ni siquiera en sueños
Miyu to wa mieji
Puedo encontrarle ya
Asa na asa na
Cada manana mi espejo
Wa ga omokage ni
Muestra un rostro tan ajado
Hazuru me nareba
Que, avergonzada, me vuelvo.
Ki no Tsurayuki, el compilador de la Kokin wahashü escribió también el Tosa Nikki (Diario de Tosa, 935), un relato en japonés del regreso al hogar desde Tosa, en Shikoku, a la capital. Escrito en forma de diario de viaje, mezclaba -como solia suceder con la mayoría de Ios diarios literarios y parte de la ficción clásica- poesia y prosa. La obra destila tristera a causa de la muerte en Tosa de su hija pequrña. Al preferir el japonés al chino, lengua que se empleaba por norma en los diarios masculinos. Tsurayuki atribuyo la autoría a una mujer de su servidumbre.
Se trataba de la primera muestra de un género que Ilegaria a ser clásico en la literatura japonesa, el diario (nikki). Numerosas damas de la corte Heian se embarcaron en él con notahles resultados. Entre ellos, el Kagerö nikki (Los años de la tela de araña), obra -en gran medida de ficción- en forma de diario que cubre los años 954 a 971, escrito por una amargada dama de la corte abandonada por su esposo, el noble Kaniie, de la familia Fujiwara. Este, que ha tenido un hijo de otra, ya casi no la visita. Pero ella sigue esperándole, transida de pena y celos:
"Al Ilegar el verano, nacióle un hijo de su querida. Subiendo a la dama en su carro y armando un alboroto que se oyó por toda la ciudad, pasó aprisa delante de mi puerta -un gesto del peor gusto, me dije ¿Por qué, se preguntaban en voz alta mis mujeres. habia decidido pasar precisamente frente a mi puerta cuando podía haber elegido cualquier otra calle de la ciudad? Yo misma emnudeci, y sólo deseé poder morir en el instante. Me sentia incapaz de algo tan drástico como el suicidio; decidi que no le vería nunca más. Tres o cuatro días despnés recibí una carta en verdad increible: No te he podido visitar porque las cosas por aqui se han puestto difíciles. Ayer por fin nació el niño y todo parece haber salido bien. Sé que no querrás verne hasta que la ofensa se haya borrado. Despedi al mensajero sin respuesta. El recién nacido, según supe, era un niño, lo que empeoraba sobremanera las cosas. El apareció tres o cuatro dias más tarde, como si no hubiese sucedido nada inusual. Hice lo posible para que se sintiera incórnodo; al rato, se marchó... Luego resultó que la dama del callejón había perdido su favor al nacer el niño. Desde mi inmensa congoja, yo habia rezado para que ella también sufriera como yo, y parecia ser que mis plegarias habian sido oidas. Ahora ella estaba sola y su hijo, muerto. El mismo niño que había causado todo aquel jaleo inoportuno. La dama era de rango lamentablemente bajo, la hjia no reconocida de un principe bastante extraño, segun se decía. Durante un tiempo fue capaz de aprovecharse de un noble caballero ignorante de sus defectos, pero éste finalmente la ha abandonado. Su dolor debe ser aun más agudo que el mio. Estoy satisfecha..."
Otro género, no lejano del anterior, que comenzo a desarrollarse a través de los kana en el período Heian medio es el del relato de ficción o monogatari. Los monogatari eran obras narrativas que utilizaban tanto el verso como la prosa. Entre los más notables encontramos los Ise monogatari (Historias de Ise), una colección de 125 breves incidentes protagonizados por el semificticio Ariwara no Narihira, cada uno ilustrado por uno o dos tanka, algunos de ellos atribuidos asimismo a Narihira. Los ise monogatari se inician presentando al jovcn protagonista con elegancia caracteristica:
"En otros tiempos vivio un joven caballero Ilamado Nahira. Tras su ceremonia de iniciación, se unió a una excursión ceremonial que cetreria para revistar sus propiedades en el poblado de Kasuga, cerca de,Nara, la antigua capital. En el poblado vivian solas dos hermanas de turbadora belleza. El joven caballero las contemplaha secretamente en sombras desde la valla que rodeaba su casa. El haber encontrado inesperadamente a aquellas adorables doncellas Ilenaba su corazón de ansia. Quitándose su amplia manga del manto de seda que vestía, Narihira escribió en ella un poema. La envió a las jóvenes. Adornaba el manto un florido diseño de pasionarias.
Kasugano no
Jovenes flores-doncella
Waka-murasaki no
De Kasuga, teñis mi manto;
Surigoromo
Y silvestre como ellas crece
Shinobu no midare
Abundantemente, sin fin,
Kngiri shirarezu
Esta pasión en mi pecho.
Las doncellas debieron encontrar que el poema era sumamente apropiado para la ocasión, pues habia sido compuesto en el mismo tono que el muy conocido:
Michinoku no
Para quien ha dejado mi corazón
Shinobumojizuru
Como los diseños de pasionarias
Taru yue ni
De Michinoku
Midaresomeneshi
En un completo desorden
Ware naranaku ni
Todo a causa de ti
El universo Literario del Romance de Genji
Si la mayoria de monogatari Heian restringen su atención al mundo de la corte, pocos son las que muestran un interés más amplio.
Taketoki monogatari (La historia del cortador de bambú) es un cuento de hadas acerca de un cortador de bambú sin hijos que encuentra a una doncella lunar en un tallo de bambú. Este encuentro de lo divino y lo humano en Taketori monogatari tiene rnucho en común con las fábulas de duendes y hadas de otros paises. Puede compararse en cuanto a elementos fantásticos con las anteriores Nihon ryöki (Historias milagrosas de lo retribución kármica del Bien y del mal en Japón), una temprana colección Heian de historias milagrosas budistas que insisten en el valor del karma y en los efectos inmcdiatos de Ias malas y buenas acciones. Konjaku monogatari (Cuentos de tiempos pasados) es una variopinta colección de relatos didacticos indios, chinos y japoneses en los que intervienen campesinos, principes, monjes y monjas, guerreros y muchos otros tipos humanos.
Pero el más perfecto monogatari y, por definición, obra maestra de la literatura japonesa es Genji monogatari (La Historia de Genji) escrito por Murasaki Shikibu, que murió alrededor del año 1014. La figura de la autora está rodeada de misterio e incluso su nombre es incierto, El nombre de Shikihu deriva del hecho de que ésta era hjja de un cortesano de bajo rango, perteneciente a una rama de los Fujiwara, con un cargo en la Comisión de Ritos (Shikibu). Murasäki, que significa "púrpura", proviene de uno de los personajes principales de la Historia de Genji, Murasaki (no Ue). En el año 999, Shikibu se casó con Fujiwara no Nobutaka. De este matrimonio nació una hija, pero Nobutaka murió dos años más tarde. En 1006 o 1007 entró en el servicio de Shöshi. una de las consortes del emperador Ichjjö. Fue en los aposentos palaciegos de Söshi donde Shikibu se convirtió en figura central de un brillante núcleo literario femenino. Figuraban entre sus compañeras las poetisas Izumi Shikibu y Akazome Emon. En los aposentos de Teishi, otra consorte de Ichijö, se desempeñaba el grupo de la talentosa y aguda Sei Shönagon. Es muy probable que la rivalidad literaria haya hecho dar a ambos grupos estelares lo mejor de si. Por fin, se desconoce cuándo Murasaki se alejó de la corte o murió.
Con toda probabilidad, gran parte de la historia de Genji, tal como la conocemos ahora, fuera acabada durante la primera década del siglo XI. La obra, de 54 capitulos, es episódica y compleja, con gran profusión de personajes. aunque evidencia una estructura discernible: se diría que va desenvolviéndose como una pintura sobre papel enrollado, en la que cada escena puede disfrutarse por separado sirn dejar dr formar parte evidente de un todo mayor. Los dos primeros tercios dercriben Ia juventud y madurez de Genji, el "principe radiante" de la corte Heian, y el restante está dedicado al mundo después de su muerte. A menudo (Genji refleja un sentido budista de transcendencia del mundo; al desvanecerse su brillante presencia de la obra, este sentido cobra aun más vigor.
Genji es el ideal de cortesano Heian: hijo de un emperador, eximio músico, poeta, pintor, bailarin, jugador de pelota, aunque donde más alto ha Ilegado es en el arte de amar, el arte más precioso y cuidarlosamente cultivado en la sociedad cortesana de Heian. Genji monogatari es, por tanto, una vasta relación de asuntos amorosos. Algunos fugaces y someros, otros duraderos y profundos, dolorososamente vividos; algunos involucran a las damas de más alcurnia de la corte, otros a desconocidas bellezas surgidas de los callejones de la capital. En cada uno de ellos, el tacto y la consideración mostrados por Genji le elevan muy por encima del clásico galán. Sin embargo, lejos de centrar el relato exclusivamente en Genji o en los personajes masculinos. Murasaki presenta una serie de brillantes retratos de sensibles mujeres, sólo vulnerables en su dependencia del hombre. A Murasake Ie interesa lo que piensan y sienten sus personajes, cuidándose mucho de quedarse en las formas superfíciales de la vida cortesana o en una mera crónica de relaciones, crea personajes introspectivos, psicológicamente complejos.
A pesar de que es prácticamente imposible dar cuenta de la riqueza de genji monogatari con una única y breve cita, la que sigue a continuación tal vez sirva para transmitir al menos en parte la capacidad de comprensión del autor por sus personajes. La relación más duradera de Genji es aquella con Murasaki. Si bien ella es hija de un principe, su rango es inferior al de Genji y no puede aspirar a convertirse en su esposa principal. Profunda es su pena cuando Genji acepta Ilevar a su sobrina la Tercera Pricesa, hija del emperador Suzaku a su cámara, y eventualmente casarse con ella:
"La Tercera Princesa, como su padre habia dicho, no era más que una nina. Era pequeña y fisicamente inmadura, y daba una impresión general de una inmadurez aún mayor, sin duda extraordinaria. El recordó a Murasaki la primera vez que la habia Ilevado alli. Incluso entonces habia sabido mostrarse interesante. Tenia su carácter. La Tercera Princesa, en cambio, era casi un bebé. De todos modos, pensó Genji, la situación no era del todo deafavorable: la Tercera Princesa no estaría inmiscuyéndose todo el tiempo y haciendo infeliz a Murasaki con escenas de celos. Y aun así pensó que podria haber esperado algo un poco más interesantc. Durante Is tres primeras noches se mantuvo fiel y la atendió. Murasaki, molesta, no digo nada; se entregó a sus pensamientos y a tareas en las que puso inusual cuidado, como el perfumado de sus vestidos. El la encontraba espléndida. ¿Por qué, fuesen cuales fueran las presiones y complicaciones, había tomado a otra por esposa? Habia sido débil; habia mostrado una apariencia de inconstancia, y no se perdonaba a si mismo.
...Ella se retiró a su tocador y le ayudaron a acostarse. Se sentia sola y la presencia de todas aquellas mujeres apenas lo remediaba. Pensó en los años que él habia pasado en el exilio. temerosa de que no se volviesen a ver, Ia agonia de esperar cualquier noticia suya distraia en cierto modo toda su ansia y su dolor. Intentó consolarse pensando que aquellos dias confusos bien podrían haber significado el fin de todo.
Soplaba un viento frío. Para evitar que sus donceIlas se diesen cuenta de que no podia dormir, permaneció inmovil hasta que el esfuerzo se Ie hizo doloroso. Desde lo hondo de la fria noche, el canto del primer gallo pareció subrayar su soledad y su pena. Es cierto, no agonizaba de ansia, pero si la embargaba una gran preocupación y quizá por ello se Ie apareció a Genji en sueños. El corazón de él latió desbocado. ¿Le habria sucedido algo a Murasaki? Genji esperó el canto del gallo como si de una suerte de permiso para marchar se tratase y entonces saltó del lecho sin pensar siquiera que el dia tardaria aún en despuntar. Todavia una niña, la princesa dormia rodeada de sus doncellas; una de ellas le vio salir por una puerta esquinera. Aunque el jardin aún estaba oscuro, la nieve atrapó Ias primeras huellas del alba.
"Vana es la oscuridad de la noche de primavera", susurro su nodriza al sentir el perlume que Genji habia dejado atrás. Casi no se distinguian los parches de nieve de las blancas arenas del jardin. "Todavía hay nieve junto al muro del castillo", se dijo al llegar al ala de la casa que ocupaba Murasaki y Ilamó, golpeando una persinana. Algo desacostumbradas a las andanzas nocturnas, las mujeres le tuvieron esperando fuera durante un rato."
El erudito clásico del siglo XVIII Motoori Norigana (1750-1801) expresó su admiración por el Genji monogatari a causa de su representación de mono no awre, término de dificil traducción que implicaría algo así como una sensibilidad por las cosas, una conciencia de las cualidades de alegría y tristeza que hay en las cosas y que son las que conmueven al corazón. Atraviesan el relato las trágicas implicaciones de cada minimo instante o gusto y el sentido de la fugacidad de la belleza, del amor y de la vida misma. No resulta dificil encontrar en ello resonancias de la idea budista de que la vida no es otra cosa que ilusión, efímera e insusancial como un sueño.
También expresiva de los valores culturales Heian, como bien ilustra el héroe de la Historía de Genji, es la palabra miyabi, que sugiere elegancia, refinamierrto y cortesía; la capacidad de pulir modos, habla y sentimientos para evitar toda crudeza, toda tosquedad. La conjunción de aware y miyabi constituye un ideal estético de arte y de vida. Murasaki Shikibu compuso asimismo un breve diario el Murasaki Shikibu nikki, que comprendia los aproximadamente 15 meses que estuvo de servicio como dama de compañia de la emperatriz Shoshi. El diario refleja los sentimientos de Murasaki Shikibu y nos proporciona fascinantes datos acerca de la vida cotidiana de la corte. Educada en los clásicos chinos dede la niñez, Murasaki, como tantas otras mujrecs de entoncçs y despues, hahia tenido que ocultar sus conocimientos ante sus pares:
"Hay una mujer Ilamada Saemon no Naishi a quien, por alguna extraña razón, no le cai en gracia, no se por qué. He oido toda clase de rumores maliciosos
sobre mi persona. Su Majestad escuchaba a alguien que leia en voz alta la Historia de Genji. "¡Debe haber Ieído las Cronicas de Japón!", dijo. "Parece ser muy instruida". Saemon no Nüishi le oyó y se precipitó a sacar conclusiones, haciendo correr la voz entre los altos cortesanos de que yo me vanagloriaba de mis conocimientos. Ella me puso el apodo de Nuestra Señora de las Crónicas. iQue ridículo, en verdad! (Acaso me atreveria yo, que dudo incluso en mostrar mis conocimiçntos en casa, delante de mis doncellas, a pensar siquiera en hacer algo similar en la corte? Cuando mi hennano, el Secretario del Ministerio de Ceremonias, era un muchacho y estudiaba los clásicos chinos, tomé la costumbre de escucharle, desarrollando una especial capacidad para comprender aquellos pasajes que a eI le resultaban arduos. Padre, un hombre de gran saber, siempre se lamentaba: "¡Qué suerte la mía!", solía decir. "¿Por qué no habrá nacido hombre?" Luego observé que la gente comenzaba a decir: "Ya es bastante malo que un hombre se vanaglorie de cuánto sabe; ¿qué será de ella?" Desde entonces me he cuidado mucho de escribir la más breve linea. Mi caligrafia es espantosa. Y en cuanto a aquellos clásicos, o lo que scan, que solia leer, los he abandonado por completo. Pero los comentarios maliciosos no cesaban. Preocupada por lo que la gente pensaría de mi si los escuchase, me fingí incapaz de leer incluso las inscripciones de las pantallas. Luego Su Majestad me pidió que Ie leyese las obras de Po chü-i aqui y allá y, puesto que expresó el deseo de saber más acerra de aquello, decidimos encontrar un momento del dia en que pudiésemos estar solas y asi, con mis escasos conocimientos, le lei los dos libros de las Nuevas Baladas de Po chu-i en secreto; comenzamos el verano anterior al pasado. Oculté este hecho a los demás y otro tanto hizo Su Majestad, pero de alguna manera Su Excelencia y El Emperador se enteraron de ello e hicieron hermosas copias de varios libros chinos, que Su Excelencia obsequió a la emperatriz. Esa chismosa de Saemon no Naishi nunca sabrá que fue Su Majestad quien me pidió que estudiáramos juntas porque, de otro modo, jamás me lo hubiera perdonado. iOh, qué mundo tan parlanchin y agotador es este!
El diario también nos informa de la admiración de la autora por Izumi Shikibu, a quien considera brillante aunque errática y algo desenfadada, asi como de la opinión que le merece Sei Shonagon, según ella pedante y presumida:
"Ahora bien, quien mantenia una fascinente correspondencia era Izumi Shikibu. Si bien es cierto que en ocasiones resulta algo desagradable, tiene un talento especial para escribir una carta tras otra y es capaz de hacer que el comentario más banal parezca inteligente. Sus poemas son verdaderamente deliciosos. A pesar de que su respeto por los cánones y sus juicios dejan mucho que desear, puede producir poemas a placer y siempre se las ingenia para incluir alguna que otra frasc aguda que Ilame la atención y, aun asi, a la hora de criticar o juzgar las obras ajenas, bueno, no suele dar la talla; es, según creo, la clase de persona que depende totalmente de su capacidad extemporizadora No puedo conaiderarla una poetisa de la más alta calidad... Sei Shonagon, por citar sólo un ejemplo, era terriblemente presumida. Se creia tan astuta y Ilenaba sus escritos de caracteres chinos, pero si se los miraba con atenció dejabarr mucho que desear.
Es posible que Sei Shonagon fuese pedante y quizá también un poco superficial pero también era una aguda observadora de los hombres y mujeres que formaban el estrecho mundo de la corte. En Makura no söshi (El libro de la almohada), demuestra un fino y delicado talento para señalar las incongruencias y los dislates, dcl mismo modo lo hace para detectar los matices cómicos (okashi) en los momentos serios, como se desprendc de esta descripción de una mujer irritada al ver cómo su amante se retira torpemente de una cita al amanecer
"Cuando alguien con quien se tiene una aventura no deja de mencionar a cierta mujer a la qur conoció en el pasado, por lejano que sea, es dificil que una no se irrite. Resulta agotador que el amante que se despide al amanecer decida buscar por toda la habitación un abanico o una libreta perdidos durante la noche. Como todavia está demasiado oscuro para ver algo, vaga de manera torpe por la estancia, tropezando con rodo cuanto se le pone delante y murmurando: "¡Pero, qué extraño!" Cuando por fin encuentra la libreta, la introduce entre sus ropas con gran crepitar de hojas; o bien, si lo que ha perdido es un ahanico, lo abre de par en par y se pone a agilarlo, de modo que cuanda finalmente toma la decisión de marcharse, en lugar del sentimiento de congoja propio de la ocasión, lo que una siente es irritación ante su torpeza.
Es importante que un amante sepa cómo despedirse. En primer lugar, no debcria mostrarse ansioso por irse sino más bien dejar que una le convcnza de la conveniencia de hacerlo: "Vete, ya ha despuntado el dia. No querría que te encuentren aquí.." Una desea asimismo que se comporte como si le desagradase tener que marchar: como si, de poder hacerlo, prefiriese quedarse. No debcria subirse los pantalones en cuanto se ha Ievantado sino inclinarse sobre una y terminar de decir, en un susurro, aquello que quedó dicho a medias en el curso de la noche. Y aunque en realidad pueda no estar haciendo nada en aquel momcnto, podria asimismo estar ajustándose el cinto.
Luego deberia alzar las persianas y ambos amantes saldrian juntos hasta las puertas dobles mientras él Ie dice lo mucho que lamenta el dia que se avecina y cuánto anhela que llegue otra vez la noche. Entonces, una vez que el ha partido, ella podrá verle alejarse, guardando para si el encantador recuerdo de esos últimos instantes. De hecho, el éxito de un amante depende en gran medida de su talento para partir. Si se pone de pie de un salto y comienza a ir y venir, ajustándose las cintas dc los calzones, arreglándose las mangas de su atuendo cortesano, casaca de caza o lo que fuera juntando una y mil tonterías y arrojándolas en los pliegues de su vrstido o estirándose la faja, unano podra evitar odiarle."
Podemos ver claramente a través de este ejemplo cómo el arte, el amor y la vida se conjugan para dar forma a una singular estética, modélica del ideal cultural de la aristocracia Heian.
Generalmente se suele considerar a la brillantc cultura del periodo Heian como un producto exclusivo de la corte imperial. Muchas de las más perdurables manifestaciones artísticas japonesas generadas durante este período proceden sin duda de las cámaras y salones del palacio imperial o las residenciales Fujiwara. Además, obras literarias del tenor de la Historia de Genji y el Libro de Ia Almohada nos ofrecen un fresco de la vida v acrividades culturales de Ia corte cuya nitidez no encuentra parangón en ningún otro período de la temprana hisroria de Japón. Pero estos tesoros literarios nos Ilevan a centrar nuestra atención exclusivamente en la corte y por revelador que sea su aporte, no hemos de olvidarr que la vida no se detuvo más allá de los límites de la capital. En los períodos medio y tardío, aparecieron los guerreros; la formación de su incipiente cultura también ha de considerarse como una faceta de la vida cultural de la época. Otro tanto puede decirse de la cultura budista de monasterios y conventos. Desafortunadamente, los documenlos de que disponemos en relación a los campesinos, la gente que trabajo la tierra y que constituía el grueso de la población del país, son demasiado fragmentados como para hacernos una idea cabal de su cultura y experiencias espirituales.
Vida y cultura aristocráticas
Los parametros culturales más elevados correspondian al reducido grupo de aristócratas que formaban la sociedad cortesana del recinto palaciego y las vecinas residencias aristocráticas de Heian-kyö. Este grupo de varios centenares de nobles, damas de palacio y miembros de la familia imperial componían una élite altamenterefinada, acomodada, intensamente literata y preocupada por La literatura. De los numerosos documentos literarios que han sobrevivido se trasluce claramente una sociedad en la que la nobleza de nacimiento, rango y crianza lo eran todo. Dentro del microcosmos jerárquico de la corte, el dominio del protocolo y la etiqueta, de la caligrafía y la música, del vestir y el porte se hicieron más importantes que la habilidad con la espada o el caballo. El producto más afortunado de esta estética del refinamiento (miyabi) quizás haya sido la unión de arte y vida. La expresión del arte en la vida, de la vida en el arte, caracterizaban prácticamente todas las facetas de la cultura aristocrática Heian. El extremo cuidado con que las mujeres de la corte elegían los colores de los doce sucesivos vestidos de seda que formaban su atuendo, la atención que ponían en el arreglo de sus largos trenzas negras, de sus rostros emblanquecidos y oscurecidos dientes, eran parte de una constante preocupación por el refinamiento su vida cotidiana era su viva expresión de la sensibilidad artística. En esta sociedad se cultivaban la sugestión y la exprcsión indirecta de las emociones. Las damas nobles vivían detrás de pantallas y cortinas. Las relaciones no tenian por qué empezar mediante la conversación directa sino a través de la visión de los largos cabellos negros de una mujer, de un atisbo de su fragancia, de la lugar visión de una elegante manga de seda o bien a través del aspecto revelador por excelencia, la calidad de su caligrafía, máxima expresión de su persona. Pero también los hombres debian cuidar su vestimenta, aspecto fisico, caligrafia y habilidad literaria si pretendian draenvolverse con éxito en las intrigas palaciegas de politica y alcoba.
De todos los documentos disponibles acerca de la sociedad aristocrática Heian, los más completos son sin duda los poemas, relatos y diarios. Y la lectura de estos textos nos induce a pensar que la actividad más absorbente de la sociedad cortesana era el arte amoroso. La regla básica a seguir por hombres y mujcres era la sensibilidad. No ocurria lo mismo con la constancia; la sociedad aristocrática Heian era poligama. Los matrimonios respondian a intereses familiares y a la necesidad de herederos. Por lo normal, las esposas y sus hijos vivian con sus familias, donde el esposo las visitaba. Una vez que un noble Heian habia formalirado su unión con una esposa principal, mujer de linaje equiparable al suyo, y ésta le habia dado un heredero, nada le impedia establecer relaciones, más o menos permanentes, con esposas secundarias e incluso con parejas circunstanciales. Asi mismo, las mujeres podian relacionarse con hombres que no fuesen sus esposos. Algunas damas de la corte, como Izumi Shilubu, eran reputadan por sus conquistas amorosas. Otras, menos atractivas, como la autora de Kagerö nikki (Los años de Ia tela de araña), al verse abandonadas por sus maridos cayeron presa del tormento de los celos.
En cuanto a su aspecto más desafortunado, la cultura cortesana Heian podia Ilegar a ser mezquina, excesivamente refinada y estéril. Era también una sociedad bastante cerrada y centrada en si misma. En el año 894, la corte dejó de enviar grandes misiones oficiales a China. Aunque parte del contacto se mantuvo a través del ir y venir de monjes y comerciantes, Japón había estrechado su horizonte. Además, la corre comenzó a perder durante los siglos IX y X el control efectivo sobre las provincias. Los cortesanos apenas si se alejahan de la capital y cuendo abandonaban el recinto cerrado del palacio, no podian evitar el resquemor: "Parecían una multitud de gusanos de seda que se apretujaban en sus harapos, y entre ellos yo no había un palmo de distancia" (El libro de la almohada, de Sei Shönagon).
Es esta misma introspección o autoabsorción la que debe haber contribuido en gan mcdida al elevado nivel de actividad cultural existente en los circulos cortesanos. Se puede decir que la cultura de la época Heian fue Ia primera cultura verdaderamente japonesa. De hecho, todavía se nota la influencia china, aunque traducida a modos genuinamente locales.
Durante los primeros tiempos del periodo Heian, la influencia cultural china era aún importante y nutridas y periódicas embajadas oficiales traían del continente tcxtos e ideas de nuevo cuño. La lengua china era el principal vehículo de espresión literaria, en prosa y verso. Y quizá lo hubiese seguido siendo de no ser por que no se adaptaba adecuadamente a las necesidades de expresividad emotiva de los japoneses, y en especial de las mujeres, a quienes no se suponía idóneas o capaces de dominar este arte. Tampoco parecia satisfacer las necesidades poéticas del cortejo amoroso, que a menudo se desarrollaba en verso y exigia una sutil y matizada réplica en japonés en caso de que la dama quisiese a su vez expresar sus más profundos sentimientos. Asi, simplificando y estandarizando elementos de los caracteres chinos básicos, se crearon silabarios japoneses (kana) capaces de brindar un medio más sencillo de expresión vernácula. Si bien la tradición arribuye la empresa a Kukai, no hay datos fehacientes que lo confirmen. Los kana permitieron reemplazar los complejos e incómodos métodos de escritura empleados en las Kojiki y el Manyöshu por una sencilla y atildada transcriprión fonética de los sonidos japoneses.
Si los kana abrieron las puertas de la expresión literaria a los hombres, otro tanto y más hicieron por las mujeres. Entre los primeros textos kana de calidad literaria encontramos los poemas incluidos en la Kokin Wakashü (Antología de viejos y nuevos poemas, 905), una colección de más de 1.000 poemas escritos en japonés (kana). En su prefacio a la Kokin Wakashü, el editor, Ki no Tsurayuki (839?-944), expresa uno de los ideales más perdurables de la literatura japonesa, la primacia de los sentimientos sobre el intelecto:
"La poesia japonesa tiene sus raíces en el corarón humano y florece en las incontables hojas de las palabras. Y al poseer los seres humanos intereses ran variados, es a través de la poesia que expresan las meditaciones de lo más profundo de su ser como si fueran visiones que aparecen ante sus ojos y con sonidos que penetran sus oidos. ¿Qué ser viviente, al escuchar a la curruca cantando sobre el follaje florido y a la rana en su agua fresca, es capaz de negarse a cantar? Es la poesia la que sin esforzarse mueve cielo y tierra, despierta los sentimientos de dioses y espiritus invisibles al ojo, suaviza las relaciones entre hombres y mujeres, calma los corazones de los combativos guerreros."
La Kokin wakashü estableció una dicción poética observada a lo largo de un milenio por el grueso de los poetas tanka. También fijó un canon literario de temas poéticos, el estado de ánimo y contemplación de las estaciones. En sus 20 libros predominan los poemas amorosos y estacionales. La poesia estacional hablaba de los cerezos en flor y del reverdecer de las hojas de arce, sentando un estereotipo que, más tarde, y en manos menos capaces, se volvió torpe y fácil. Pero el tema central era el amor que "suaviza las relaciones entre el hombre y la mujer". Semejante preocupación por el amor distancia a la poesia japonesa de la china. Y es que se describia al amor menos en cuanto a pasión, o intimidad, o profundidad de la relación, y más en términos de gentileza, fragilidad, principios y finales: la incertidumbre de una relación que se inicia, la tristeza al saber que ha terminado. Esto cuadraba perfectamente con la delicada forma y la brevedad del tanka.
Se ha echado en cara a los poetas de la antologia Kokinshü que a pesar de su depurada y soberbia técnica no fuesen capaces de una gran intensidad emotiva o individual. No obstante, algunos de ellos, como los poeras Araiwara no Narihira (823-880) y Ki no Tsurayuki o las poetisas Ono no Komachi (fl. 850) y la Dama Ise, consorte del emperador Uda, muestran una gran profundidad e intensidad sentimental. Sirvan como ejemplo estos poemas de Ono no Komachi:
Hito no awamo
En esta noche sin luna
Tsuki no naki yo wa
No podremos encontramos.
Omoiokite
La añoranza me despierta
Mune hashiri hi ni
Mi pecho bate inflamado,
Kokoro yaekori
Y el fuego consume mi corazón.
y:
Wabinureba
Estoy tan sola
Mi wo ukigusa no
Mi cuerpo es una hierba que flota
Ne wo taete
Segada de raiz.
Sasou mizu areba
Si el agua me sedujera
Inamu to zo omou
La seguiria, lo sé.
O bien este poema de Ise:
Yume ni da mo
Ni siquiera en sueños
Miyu to wa mieji
Puedo encontrarle ya
Asa na asa na
Cada manana mi espejo
Wa ga omokage ni
Muestra un rostro tan ajado
Hazuru me nareba
Que, avergonzada, me vuelvo.
Ki no Tsurayuki, el compilador de la Kokin wahashü escribió también el Tosa Nikki (Diario de Tosa, 935), un relato en japonés del regreso al hogar desde Tosa, en Shikoku, a la capital. Escrito en forma de diario de viaje, mezclaba -como solia suceder con la mayoría de Ios diarios literarios y parte de la ficción clásica- poesia y prosa. La obra destila tristera a causa de la muerte en Tosa de su hija pequrña. Al preferir el japonés al chino, lengua que se empleaba por norma en los diarios masculinos. Tsurayuki atribuyo la autoría a una mujer de su servidumbre.
Se trataba de la primera muestra de un género que Ilegaria a ser clásico en la literatura japonesa, el diario (nikki). Numerosas damas de la corte Heian se embarcaron en él con notahles resultados. Entre ellos, el Kagerö nikki (Los años de la tela de araña), obra -en gran medida de ficción- en forma de diario que cubre los años 954 a 971, escrito por una amargada dama de la corte abandonada por su esposo, el noble Kaniie, de la familia Fujiwara. Este, que ha tenido un hijo de otra, ya casi no la visita. Pero ella sigue esperándole, transida de pena y celos:
"Al Ilegar el verano, nacióle un hijo de su querida. Subiendo a la dama en su carro y armando un alboroto que se oyó por toda la ciudad, pasó aprisa delante de mi puerta -un gesto del peor gusto, me dije ¿Por qué, se preguntaban en voz alta mis mujeres. habia decidido pasar precisamente frente a mi puerta cuando podía haber elegido cualquier otra calle de la ciudad? Yo misma emnudeci, y sólo deseé poder morir en el instante. Me sentia incapaz de algo tan drástico como el suicidio; decidi que no le vería nunca más. Tres o cuatro días despnés recibí una carta en verdad increible: No te he podido visitar porque las cosas por aqui se han puestto difíciles. Ayer por fin nació el niño y todo parece haber salido bien. Sé que no querrás verne hasta que la ofensa se haya borrado. Despedi al mensajero sin respuesta. El recién nacido, según supe, era un niño, lo que empeoraba sobremanera las cosas. El apareció tres o cuatro dias más tarde, como si no hubiese sucedido nada inusual. Hice lo posible para que se sintiera incórnodo; al rato, se marchó... Luego resultó que la dama del callejón había perdido su favor al nacer el niño. Desde mi inmensa congoja, yo habia rezado para que ella también sufriera como yo, y parecia ser que mis plegarias habian sido oidas. Ahora ella estaba sola y su hijo, muerto. El mismo niño que había causado todo aquel jaleo inoportuno. La dama era de rango lamentablemente bajo, la hjia no reconocida de un principe bastante extraño, segun se decía. Durante un tiempo fue capaz de aprovecharse de un noble caballero ignorante de sus defectos, pero éste finalmente la ha abandonado. Su dolor debe ser aun más agudo que el mio. Estoy satisfecha..."
Otro género, no lejano del anterior, que comenzo a desarrollarse a través de los kana en el período Heian medio es el del relato de ficción o monogatari. Los monogatari eran obras narrativas que utilizaban tanto el verso como la prosa. Entre los más notables encontramos los Ise monogatari (Historias de Ise), una colección de 125 breves incidentes protagonizados por el semificticio Ariwara no Narihira, cada uno ilustrado por uno o dos tanka, algunos de ellos atribuidos asimismo a Narihira. Los ise monogatari se inician presentando al jovcn protagonista con elegancia caracteristica:
"En otros tiempos vivio un joven caballero Ilamado Nahira. Tras su ceremonia de iniciación, se unió a una excursión ceremonial que cetreria para revistar sus propiedades en el poblado de Kasuga, cerca de,Nara, la antigua capital. En el poblado vivian solas dos hermanas de turbadora belleza. El joven caballero las contemplaha secretamente en sombras desde la valla que rodeaba su casa. El haber encontrado inesperadamente a aquellas adorables doncellas Ilenaba su corazón de ansia. Quitándose su amplia manga del manto de seda que vestía, Narihira escribió en ella un poema. La envió a las jóvenes. Adornaba el manto un florido diseño de pasionarias.
Kasugano no
Jovenes flores-doncella
Waka-murasaki no
De Kasuga, teñis mi manto;
Surigoromo
Y silvestre como ellas crece
Shinobu no midare
Abundantemente, sin fin,
Kngiri shirarezu
Esta pasión en mi pecho.
Las doncellas debieron encontrar que el poema era sumamente apropiado para la ocasión, pues habia sido compuesto en el mismo tono que el muy conocido:
Michinoku no
Para quien ha dejado mi corazón
Shinobumojizuru
Como los diseños de pasionarias
Taru yue ni
De Michinoku
Midaresomeneshi
En un completo desorden
Ware naranaku ni
Todo a causa de ti
El universo Literario del Romance de Genji
Si la mayoria de monogatari Heian restringen su atención al mundo de la corte, pocos son las que muestran un interés más amplio.
Taketoki monogatari (La historia del cortador de bambú) es un cuento de hadas acerca de un cortador de bambú sin hijos que encuentra a una doncella lunar en un tallo de bambú. Este encuentro de lo divino y lo humano en Taketori monogatari tiene rnucho en común con las fábulas de duendes y hadas de otros paises. Puede compararse en cuanto a elementos fantásticos con las anteriores Nihon ryöki (Historias milagrosas de lo retribución kármica del Bien y del mal en Japón), una temprana colección Heian de historias milagrosas budistas que insisten en el valor del karma y en los efectos inmcdiatos de Ias malas y buenas acciones. Konjaku monogatari (Cuentos de tiempos pasados) es una variopinta colección de relatos didacticos indios, chinos y japoneses en los que intervienen campesinos, principes, monjes y monjas, guerreros y muchos otros tipos humanos.
Pero el más perfecto monogatari y, por definición, obra maestra de la literatura japonesa es Genji monogatari (La Historia de Genji) escrito por Murasaki Shikibu, que murió alrededor del año 1014. La figura de la autora está rodeada de misterio e incluso su nombre es incierto, El nombre de Shikihu deriva del hecho de que ésta era hjja de un cortesano de bajo rango, perteneciente a una rama de los Fujiwara, con un cargo en la Comisión de Ritos (Shikibu). Murasäki, que significa "púrpura", proviene de uno de los personajes principales de la Historia de Genji, Murasaki (no Ue). En el año 999, Shikibu se casó con Fujiwara no Nobutaka. De este matrimonio nació una hija, pero Nobutaka murió dos años más tarde. En 1006 o 1007 entró en el servicio de Shöshi. una de las consortes del emperador Ichjjö. Fue en los aposentos palaciegos de Söshi donde Shikibu se convirtió en figura central de un brillante núcleo literario femenino. Figuraban entre sus compañeras las poetisas Izumi Shikibu y Akazome Emon. En los aposentos de Teishi, otra consorte de Ichijö, se desempeñaba el grupo de la talentosa y aguda Sei Shönagon. Es muy probable que la rivalidad literaria haya hecho dar a ambos grupos estelares lo mejor de si. Por fin, se desconoce cuándo Murasaki se alejó de la corte o murió.
Con toda probabilidad, gran parte de la historia de Genji, tal como la conocemos ahora, fuera acabada durante la primera década del siglo XI. La obra, de 54 capitulos, es episódica y compleja, con gran profusión de personajes. aunque evidencia una estructura discernible: se diría que va desenvolviéndose como una pintura sobre papel enrollado, en la que cada escena puede disfrutarse por separado sirn dejar dr formar parte evidente de un todo mayor. Los dos primeros tercios dercriben Ia juventud y madurez de Genji, el "principe radiante" de la corte Heian, y el restante está dedicado al mundo después de su muerte. A menudo (Genji refleja un sentido budista de transcendencia del mundo; al desvanecerse su brillante presencia de la obra, este sentido cobra aun más vigor.
Genji es el ideal de cortesano Heian: hijo de un emperador, eximio músico, poeta, pintor, bailarin, jugador de pelota, aunque donde más alto ha Ilegado es en el arte de amar, el arte más precioso y cuidarlosamente cultivado en la sociedad cortesana de Heian. Genji monogatari es, por tanto, una vasta relación de asuntos amorosos. Algunos fugaces y someros, otros duraderos y profundos, dolorososamente vividos; algunos involucran a las damas de más alcurnia de la corte, otros a desconocidas bellezas surgidas de los callejones de la capital. En cada uno de ellos, el tacto y la consideración mostrados por Genji le elevan muy por encima del clásico galán. Sin embargo, lejos de centrar el relato exclusivamente en Genji o en los personajes masculinos. Murasaki presenta una serie de brillantes retratos de sensibles mujeres, sólo vulnerables en su dependencia del hombre. A Murasake Ie interesa lo que piensan y sienten sus personajes, cuidándose mucho de quedarse en las formas superfíciales de la vida cortesana o en una mera crónica de relaciones, crea personajes introspectivos, psicológicamente complejos.
A pesar de que es prácticamente imposible dar cuenta de la riqueza de genji monogatari con una única y breve cita, la que sigue a continuación tal vez sirva para transmitir al menos en parte la capacidad de comprensión del autor por sus personajes. La relación más duradera de Genji es aquella con Murasaki. Si bien ella es hija de un principe, su rango es inferior al de Genji y no puede aspirar a convertirse en su esposa principal. Profunda es su pena cuando Genji acepta Ilevar a su sobrina la Tercera Pricesa, hija del emperador Suzaku a su cámara, y eventualmente casarse con ella:
"La Tercera Princesa, como su padre habia dicho, no era más que una nina. Era pequeña y fisicamente inmadura, y daba una impresión general de una inmadurez aún mayor, sin duda extraordinaria. El recordó a Murasaki la primera vez que la habia Ilevado alli. Incluso entonces habia sabido mostrarse interesante. Tenia su carácter. La Tercera Princesa, en cambio, era casi un bebé. De todos modos, pensó Genji, la situación no era del todo deafavorable: la Tercera Princesa no estaría inmiscuyéndose todo el tiempo y haciendo infeliz a Murasaki con escenas de celos. Y aun así pensó que podria haber esperado algo un poco más interesantc. Durante Is tres primeras noches se mantuvo fiel y la atendió. Murasaki, molesta, no digo nada; se entregó a sus pensamientos y a tareas en las que puso inusual cuidado, como el perfumado de sus vestidos. El la encontraba espléndida. ¿Por qué, fuesen cuales fueran las presiones y complicaciones, había tomado a otra por esposa? Habia sido débil; habia mostrado una apariencia de inconstancia, y no se perdonaba a si mismo.
...Ella se retiró a su tocador y le ayudaron a acostarse. Se sentia sola y la presencia de todas aquellas mujeres apenas lo remediaba. Pensó en los años que él habia pasado en el exilio. temerosa de que no se volviesen a ver, Ia agonia de esperar cualquier noticia suya distraia en cierto modo toda su ansia y su dolor. Intentó consolarse pensando que aquellos dias confusos bien podrían haber significado el fin de todo.
Soplaba un viento frío. Para evitar que sus donceIlas se diesen cuenta de que no podia dormir, permaneció inmovil hasta que el esfuerzo se Ie hizo doloroso. Desde lo hondo de la fria noche, el canto del primer gallo pareció subrayar su soledad y su pena. Es cierto, no agonizaba de ansia, pero si la embargaba una gran preocupación y quizá por ello se Ie apareció a Genji en sueños. El corazón de él latió desbocado. ¿Le habria sucedido algo a Murasaki? Genji esperó el canto del gallo como si de una suerte de permiso para marchar se tratase y entonces saltó del lecho sin pensar siquiera que el dia tardaria aún en despuntar. Todavia una niña, la princesa dormia rodeada de sus doncellas; una de ellas le vio salir por una puerta esquinera. Aunque el jardin aún estaba oscuro, la nieve atrapó Ias primeras huellas del alba.
"Vana es la oscuridad de la noche de primavera", susurro su nodriza al sentir el perlume que Genji habia dejado atrás. Casi no se distinguian los parches de nieve de las blancas arenas del jardin. "Todavía hay nieve junto al muro del castillo", se dijo al llegar al ala de la casa que ocupaba Murasaki y Ilamó, golpeando una persinana. Algo desacostumbradas a las andanzas nocturnas, las mujeres le tuvieron esperando fuera durante un rato."
El erudito clásico del siglo XVIII Motoori Norigana (1750-1801) expresó su admiración por el Genji monogatari a causa de su representación de mono no awre, término de dificil traducción que implicaría algo así como una sensibilidad por las cosas, una conciencia de las cualidades de alegría y tristeza que hay en las cosas y que son las que conmueven al corazón. Atraviesan el relato las trágicas implicaciones de cada minimo instante o gusto y el sentido de la fugacidad de la belleza, del amor y de la vida misma. No resulta dificil encontrar en ello resonancias de la idea budista de que la vida no es otra cosa que ilusión, efímera e insusancial como un sueño.
También expresiva de los valores culturales Heian, como bien ilustra el héroe de la Historía de Genji, es la palabra miyabi, que sugiere elegancia, refinamierrto y cortesía; la capacidad de pulir modos, habla y sentimientos para evitar toda crudeza, toda tosquedad. La conjunción de aware y miyabi constituye un ideal estético de arte y de vida. Murasaki Shikibu compuso asimismo un breve diario el Murasaki Shikibu nikki, que comprendia los aproximadamente 15 meses que estuvo de servicio como dama de compañia de la emperatriz Shoshi. El diario refleja los sentimientos de Murasaki Shikibu y nos proporciona fascinantes datos acerca de la vida cotidiana de la corte. Educada en los clásicos chinos dede la niñez, Murasaki, como tantas otras mujrecs de entoncçs y despues, hahia tenido que ocultar sus conocimientos ante sus pares:
"Hay una mujer Ilamada Saemon no Naishi a quien, por alguna extraña razón, no le cai en gracia, no se por qué. He oido toda clase de rumores maliciosos
sobre mi persona. Su Majestad escuchaba a alguien que leia en voz alta la Historia de Genji. "¡Debe haber Ieído las Cronicas de Japón!", dijo. "Parece ser muy instruida". Saemon no Nüishi le oyó y se precipitó a sacar conclusiones, haciendo correr la voz entre los altos cortesanos de que yo me vanagloriaba de mis conocimientos. Ella me puso el apodo de Nuestra Señora de las Crónicas. iQue ridículo, en verdad! (Acaso me atreveria yo, que dudo incluso en mostrar mis conocimiçntos en casa, delante de mis doncellas, a pensar siquiera en hacer algo similar en la corte? Cuando mi hennano, el Secretario del Ministerio de Ceremonias, era un muchacho y estudiaba los clásicos chinos, tomé la costumbre de escucharle, desarrollando una especial capacidad para comprender aquellos pasajes que a eI le resultaban arduos. Padre, un hombre de gran saber, siempre se lamentaba: "¡Qué suerte la mía!", solía decir. "¿Por qué no habrá nacido hombre?" Luego observé que la gente comenzaba a decir: "Ya es bastante malo que un hombre se vanaglorie de cuánto sabe; ¿qué será de ella?" Desde entonces me he cuidado mucho de escribir la más breve linea. Mi caligrafia es espantosa. Y en cuanto a aquellos clásicos, o lo que scan, que solia leer, los he abandonado por completo. Pero los comentarios maliciosos no cesaban. Preocupada por lo que la gente pensaría de mi si los escuchase, me fingí incapaz de leer incluso las inscripciones de las pantallas. Luego Su Majestad me pidió que Ie leyese las obras de Po chü-i aqui y allá y, puesto que expresó el deseo de saber más acerra de aquello, decidimos encontrar un momento del dia en que pudiésemos estar solas y asi, con mis escasos conocimientos, le lei los dos libros de las Nuevas Baladas de Po chu-i en secreto; comenzamos el verano anterior al pasado. Oculté este hecho a los demás y otro tanto hizo Su Majestad, pero de alguna manera Su Excelencia y El Emperador se enteraron de ello e hicieron hermosas copias de varios libros chinos, que Su Excelencia obsequió a la emperatriz. Esa chismosa de Saemon no Naishi nunca sabrá que fue Su Majestad quien me pidió que estudiáramos juntas porque, de otro modo, jamás me lo hubiera perdonado. iOh, qué mundo tan parlanchin y agotador es este!
El diario también nos informa de la admiración de la autora por Izumi Shikibu, a quien considera brillante aunque errática y algo desenfadada, asi como de la opinión que le merece Sei Shonagon, según ella pedante y presumida:
"Ahora bien, quien mantenia una fascinente correspondencia era Izumi Shikibu. Si bien es cierto que en ocasiones resulta algo desagradable, tiene un talento especial para escribir una carta tras otra y es capaz de hacer que el comentario más banal parezca inteligente. Sus poemas son verdaderamente deliciosos. A pesar de que su respeto por los cánones y sus juicios dejan mucho que desear, puede producir poemas a placer y siempre se las ingenia para incluir alguna que otra frasc aguda que Ilame la atención y, aun asi, a la hora de criticar o juzgar las obras ajenas, bueno, no suele dar la talla; es, según creo, la clase de persona que depende totalmente de su capacidad extemporizadora No puedo conaiderarla una poetisa de la más alta calidad... Sei Shonagon, por citar sólo un ejemplo, era terriblemente presumida. Se creia tan astuta y Ilenaba sus escritos de caracteres chinos, pero si se los miraba con atenció dejabarr mucho que desear.
Es posible que Sei Shonagon fuese pedante y quizá también un poco superficial pero también era una aguda observadora de los hombres y mujeres que formaban el estrecho mundo de la corte. En Makura no söshi (El libro de la almohada), demuestra un fino y delicado talento para señalar las incongruencias y los dislates, dcl mismo modo lo hace para detectar los matices cómicos (okashi) en los momentos serios, como se desprendc de esta descripción de una mujer irritada al ver cómo su amante se retira torpemente de una cita al amanecer
"Cuando alguien con quien se tiene una aventura no deja de mencionar a cierta mujer a la qur conoció en el pasado, por lejano que sea, es dificil que una no se irrite. Resulta agotador que el amante que se despide al amanecer decida buscar por toda la habitación un abanico o una libreta perdidos durante la noche. Como todavia está demasiado oscuro para ver algo, vaga de manera torpe por la estancia, tropezando con rodo cuanto se le pone delante y murmurando: "¡Pero, qué extraño!" Cuando por fin encuentra la libreta, la introduce entre sus ropas con gran crepitar de hojas; o bien, si lo que ha perdido es un ahanico, lo abre de par en par y se pone a agilarlo, de modo que cuanda finalmente toma la decisión de marcharse, en lugar del sentimiento de congoja propio de la ocasión, lo que una siente es irritación ante su torpeza.
Es importante que un amante sepa cómo despedirse. En primer lugar, no debcria mostrarse ansioso por irse sino más bien dejar que una le convcnza de la conveniencia de hacerlo: "Vete, ya ha despuntado el dia. No querría que te encuentren aquí.." Una desea asimismo que se comporte como si le desagradase tener que marchar: como si, de poder hacerlo, prefiriese quedarse. No debcria subirse los pantalones en cuanto se ha Ievantado sino inclinarse sobre una y terminar de decir, en un susurro, aquello que quedó dicho a medias en el curso de la noche. Y aunque en realidad pueda no estar haciendo nada en aquel momcnto, podria asimismo estar ajustándose el cinto.
Luego deberia alzar las persianas y ambos amantes saldrian juntos hasta las puertas dobles mientras él Ie dice lo mucho que lamenta el dia que se avecina y cuánto anhela que llegue otra vez la noche. Entonces, una vez que el ha partido, ella podrá verle alejarse, guardando para si el encantador recuerdo de esos últimos instantes. De hecho, el éxito de un amante depende en gran medida de su talento para partir. Si se pone de pie de un salto y comienza a ir y venir, ajustándose las cintas dc los calzones, arreglándose las mangas de su atuendo cortesano, casaca de caza o lo que fuera juntando una y mil tonterías y arrojándolas en los pliegues de su vrstido o estirándose la faja, unano podra evitar odiarle."
Podemos ver claramente a través de este ejemplo cómo el arte, el amor y la vida se conjugan para dar forma a una singular estética, modélica del ideal cultural de la aristocracia Heian.